La evangelización y mi abuelo

por José Luis Lozano

Reflexiones sobre la misión
Mateo 25.40, 1Juan 4.8

El concepto de evangelización que hemos recibido, tanto por la herencia católica como protestante, ha contribuido a generar un peligroso sentimiento de superioridad en el creyente. Tengo algo que tu no tienes, por lo tanto me acerco a ti solo para que tu recibas y aceptes mi mensaje. Tu puedes ser como yo; salvo, sano y próspero, solo si tienes fe, crees y obedeces.

Calvino decía: “Si creemos que el Espíritu de Dios es la única fuente de la verdad, no rechazaremos ni desperdiciaremos la verdad en si misma, dondequiera que aparezca, a menos que deseemos insultar al Espíritu de Dios…cualquiera sean los dones de Dios que percibimos en otros, debemos reverenciarlos y estimarlos, a fin de honrar a aquellos en quienes residen. Porque sería una gran maldad de parte nuestra robarles el honor que Dios les ha dado .”

Todo ser humano refleja la imagen de Dios creada y grabada en si mismo. Por lo tanto cada persona merece valoración, respeto y amor como portadores de la imagen, no importa la situación o crisis en que se encuentre.
Cuando Jesús dice: “…en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos mas pequeños, a mi lo hicisteis” (Mateo 25.40), nos está afirmando que su presencia ya está en el otro. No necesito llevarle a Dios, porque Dios ya está. Encuentro a Dios en el otro.
Antes que mi abuelo paterno muriera, me acerque a él con la intención de asegurarme que nos veríamos en el cielo. De acuerdo al cassette que se me había enseñado, debía hacerle la pregunta obligada: Abuelo, ¿Ud recibió a Cristo en su corazón alguna vez? El me contestó con una cariñosa y firme expresión; ¡pues si Dios siempre ha estado con nosotros! Mi abuelo me había enseñado una gran lección aquel día. El siempre había tenido conciencia de que Dios lo habitaba y que su presencia lo acompañaba en toda circunstancia de la vida.
Desde aquel día comprendí que debía acercarme a las personas con mas reverencia y humildad, no ya para conquistarlas o evangelizarlas de acuerdo a los patrones occidentales establecidos, sino para compartir con ellas, sabiendo que Dios está entre nosotros y así lograr crecer juntas.
¿Cómo debo acercarme al otro entonces? Cuando vaya a su encuentro, tendré que acercarme con gran expectativa, reverencia y humildad. Me acercaré como humano, junto a mis debilidades, pero llevaré mi fe; una fe que me permita reconocer a Dios en mi hermano.

Querido Señor, gracias por enseñarme que tu habitas en todo y en todos. Tu imagen y tu presencia nos rodea. Abre nuestros ojos para que podamos verte. Que seamos sensibles a la voz de tu Espíritu y podamos reconocerte en el otro.

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