Funcionalidad sin amor


por José Luis Lozano

Reflexiones sobre la misión
Filipenses 2.3-7, 1Juan 3.10, Lucas 17.21
¿Relaciones fraternales o relaciones funcionales?

Cuando leemos las escrituras a la luz de la vida de Jesús, observamos relaciones de amor y vínculos horizontales de justicia, ética y fraternidad. El Reino de Dios esta “entre ustedes” afirmaba Jesús; al lado, no sobre ni debajo, sino entre, acompañando nuestro peregrinaje.

Relaciones enfermizas

Hace varios años atrás, aprendí que Dios a veces permite que sucedan ciertas circunstancias para enseñarnos o mostrarnos algo nuevo.
Recuerdo que en una oportunidad en ausencia del pastor principal de la iglesia, debido a un viaje al exterior, el pastor ayudante de la iglesia, convocó a una reunión de líderes. Siendo sutilmente engañados en cuanto a las intenciones de la misma, el pastor ayudante logró asumir estratégicamente desde aquel momento el liderazgo total de la iglesia.
Un documento escrito y leído por el, con voz firme y autoritaria en esa reunión, con textos bíblicos que intentaban respaldar su posicionamiento, sirvieron para apoderarse totalmente de la iglesia y de otra gran institución hermana de la ciudad.
El auto-proclamado líder, frente al silencio y temor del 99 % de los presentes, inició en aquel día, un nuevo y autoritario modelo de conducción eclesial.

Juan Stam señala:

“Muy generalizada en nuestros días es la teología de la sumisión incondicional, una teología de la autoridad absoluta (del apóstol, profeta, o pastor) que condena y prohíbe toda crítica. Es un autoritarismo a ultranza más cerca a la Curia Romana que al Nuevo Testamento. Produce pastores que son dictadores, que pretenden controlar toda la vida de los creyentes. Para enamorarse, casarse, comenzar un plan de estudios (o dejarlo), aceptar un empleo (o dejarlo), para todo se necesita el visto bueno del soberano pastor (apóstol, profeta)”.

Salí llorando de aquella reunión, junto a dos queridos hermanos que me acompañaron hasta mi hogar.
Años mas tarde logramos comprender, que Dios tenía otros planes para nosotros. Nos mostró que existían otros modos de entender la misión cristiana. No por la fuerza, ni el temor, sino por medio del amor. No por violencia ni por relaciones funcionales enfermizas hacia el líder, sino por medio de relaciones fraternales y solidarias.
No hay dudas que nuestra sociedad postmoderna ha tergiversado los valores y los criterios de medición del éxito y de la ética. Muchas iglesias hoy, se han convertido en grandes hipermercados y sus pastores en grandes y ricos empresarios. ¿Cómo encuadrar allí el modelo de Jesús?

“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”. (Mateo 7.21)

“Haya, pues, entre vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a si mismo, tomando forma de siervo…” (Filipenses 2. 5-7)

Gracias por enseñarnos que la vida cristiana no consiste en manipulaciones estratégicas, sino en amor, servicio y entrega por el otro.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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