SOLAMENTE ESTATE QUIETO

Por Daniel Cattaneo
Mi hija Damaris fue durante muchos años integrante del pesebre viviente. Pero desde pequeña hasta que se retiró todos los años era un angelito que se destacaba de todos. Se destacaba por su pelo obstinadamente rubio pero también por su típica picazón. Bastaba que le dijéramos que no se moviera para que inmediatamente le empezara a picar el mentón, la nariz, el cuerpo, etc… Resulta gracioso ver las filmaciones enfocadas en ella y ver como trataba disimuladamente de rascarse el mentón para que nadie se diera cuenta. Es increíble pero le era imposible quedarse quieta.

Sin embargo, no es un problema exclusivo de ella… la mayoría de los seres humanos nos cuesta no movernos y peor si nos dicen que no lo hagamos… creemos que algo debemos hacer y cuando lo hacemos lo estropeamos.

Hch.1:4. Una vez, mientras comía con ellos, les ordenó: —No se alejen de Jerusalén, sino esperen la promesa del Padre, de la cual les he hablado:

La orden es sencilla: esperen. El tiempo de espera no es mucho solo 10 días. Pero entonces a Pedro le empieza a picar la barbilla y se levanta y organiza una asamblea deliberativa acerca de un reemplazo para Judas. Se propone a dos candidatos, se instala un novedoso sistema electivo mediante tirar suertes (un equivalente a elegir pares o impares y ver que sale en la quiniela) y hasta se ora para que el número premiado sea el de la voluntad de Dios. La pregunta que yo le haría esta mañana a Pedro es: ¿quién te mandó a hacer eso? La respuesta es obvia: Nadie. La orden era esperar y él se mandó una administrativa, armó un grupo ganador y otro perdedor, elevó al rango apostólico a un hermano… y solo tenía que esperar. Jesús cuando había elegido a los doce había pasado toda la noche orando… este organizó un bingo!!!

La seguiría contra Pedro sino fuera porque todos somos así: Nos cuesta quedarnos quietos. Nos cuesta esperar. La única manera en que muchas veces no hacemos algo es que tengamos que hacerlo.

Hay todo un valor en la espera. Cuando esperamos:

Estamos negando a nuestra humanidad el recurso de buscar una solución para nuestra situación.

Animamos a nuestro ser a depender de Dios.

Estamos expectantes y atentos al hacer de Dios. Muchas veces Dios obra y por estar en movimiento ilegal no lo notamos.

Nuestro espíritu gobierna sobre nuestra alma y cuerpo. “Mejor es el que tarda en airarse que el que toma una ciudad” sigue diciendo Salomón.

Dejamos bien en claro que estamos en sujeción y…. no estorbamos!!!!

Esperar… A veces desespera, pero sino tengo directivas no debo obrar.

Hoy es un día de para decirle a mi alma como el salmista en el canto 42: “Espera en Dios”. Hay muchas cosas que tengo que hacer y no debo detener mi mano… pero hay algunas puntualmente en que debo confiar y esperar… Dios no me necesita… no necesita mis ideas, mis comentarios, mis sugerencias… Ha sido Dios mucho tiempo antes que yo naciera y lo seguirá siendo mucho más aunque yo no esté y se las ha arreglado bastante bien… así que debo esperar.

2 Cr.20:17. Pero ustedes no tendrán que intervenir en esta batalla. Simplemente, quédense quietos en sus puestos, para que vean la salvación que el Señor les dará.

Es simple… solamente estate quieto en tu puesto… Dios se ocupa del asunto. No te rasques, no te muevas… Dios pelea por nosotros.



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