Pat Robertson, Haití y la interpretación del sufrimiento humano

Reflexiones sobre la fe, el sufrimiento y la torpeza pastoral.
Por Pablo R. Bedrossian

Las polémicas declaraciones del pastor Robertson sobre el terremoto de Haití: “Ellos hicieron un pacto con el diablo: ‘Te serviremos si nos quitas de encima a los franceses’ El diablo les dijo: ‘Ok, tenemos un pacto’... desde entonces han sufrido una maldición tras otra. Son desesperadamente pobres”. Pueden verse y oírse
en: http://www.youtube.com/watch?v=u0KqGC6y7wQ&feature=youtu.be&a


La “justicia retributiva” De Dios
En extensas porciones del Antiguo Testamento subyace un pensamiento
similar: La obediencia trae bendición, y el pecado, castigo.
Veamos un ejemplo:
“Si anduviereis en mis decretos y guardareis mis mandamientos,
y los pusiereis por obra, yo daré vuestra lluvia en su tiempo, y la tierra
rendirá sus productos, y el árbol del campo dará su fruto. Y yo daré
paz en la tierra, y dormiréis, y no habrá quien os espante. Y vuestros
enemigos caerán a filo de espada delante de vosotros. Porque yo me
volveré a vosotros, y os haré crecer, y os multiplicaré, y afirmaré mi
pacto con vosotros. Pero si no me oyereis, ni hiciereis todos estos mis
mandamientos, y si desdeñareis mis decretos, y vuestra alma menospreciare
mis estatutos, no ejecutando todos mis mandamientos,
e invalidando mi pacto, yo también haré con vosotros esto: enviaré
sobre vosotros terror, extenuación y calentura, que consuman los ojos
y atormenten el alma. Pondré mi rostro contra vosotros, y seréis heridos
delante de vuestros enemigos”. (Lv.26)
Los teólogos llaman a esta idea la “justicia retributiva de Dios”,
donde Dios premia al justo y castiga al injusto. Por supuesto, no es
el pensamiento de toda la Biblia hebrea (por ejemplo, Eclesiastés,
Job y algunos profetas plantean otras perspectivas) pero es la interpretación
más antigua de la acción divina hecha por la mayoría de
los escritores del Antiguo Testamento. Robertson, y muchos otros,
recogen esta idea y predican que la obediencia trae bendición, y la
desobediencia, castigo.

El sufrimiento se los justos
El pensamiento judío evolucionó al confrontarse con nuevas circunstancias.
Tras una prolongada cautividad y un retorno apoyado en
una vigorosa restauración religiosa, el pueblo hebreo cayó bajo tres
nuevos yugos sucesivos: el egipcio, el sirio y el romano. Tal como lo
señala el general judío Flavio Josefo, en “Las guerras de los judíos”,
la profanación del templo en el 168 a.C. por Antíoco Epifanes y la
posterior masacre instalaron dramáticamente el nuevo escenario:
Los que sufrían ya no eran los impíos, sino los hombres piadosos. En
el intento de ser fieles a su Dios y a la Torah (su Ley) muchos judíos
perdieron la vida. Ese hecho inédito provocó preguntas que nunca
habían sido formuladas. Se planteó el por qué del sufrimiento de los
justos. La obediencia divina ya no era una garantía de inmunidad,
como si el pacto entre Dios y su pueblo se hubiera roto. Creció la
necesidad encontrar un nuevo paradigma. En ese momento tomaron
forma doctrinas en el pueblo hebreo que sólo se habían expuesto en
forma embrionaria, tales como la llegada de un mesías libertador o la
resurrección de los muertos, y se produjo el nacimiento de la literatura
apocalíptica que, como una importante sección de la profética judía,
plantea una reivindicación final de Israel .

Todos estamos expuestos“Por tanto, he aquí yo os envío profetas y sabios y escribas; y de
ellos, a unos mataréis y crucificaréis, y a otros azotaréis en vuestras
sinagogas, y perseguiréis de ciudad en ciudad; para que venga sobre
vosotros toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra,
desde la sangre de Abel el justo hasta la sangre de Zacarías hijo de
Berequías, a quien matasteis entre el templo y el altar”. Estas palabras
proféticas de Jesús (Mt.23:35) confirman que aun las personas santas
están expuestas a las peores desgracias. Veamos, como ejemplo, otro
texto: “Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto
prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba,
muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de
pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de
los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los
montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra. Y todos éstos,
aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo
prometido” (He:11-36-39). Nadie en su sano juicio diría que estas personas
cosecharon lo que sembraron, o que recibieron “su merecido”.
No encuentro en el Nuevo Testamento un sistema de premios
y castigos similar al del Antiguo Testamento. No digo que el pecado
no tenga sus consecuencias, porque los malos patrones de comportamiento
producen sus propios perjuicios, pero veo claramente en
el evangelio un mensaje de esperanza y de compasión, alimentado
por un genuino amor por el prójimo. Allí la obediencia y la fe no se
presentan como actos que nos hacen inmunes a las calamidades, sino
como principios que nos edifican. En cuanto a las circunstancias, son
las mismas para todos, independientemente de la condición moral o
religiosa. Palabras de Jesús lo confirman: “… vuestro Padre que está
en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace
llover sobre justos e injustos” (Mt.5:45). Por ello, cayendo en la misma
insensatez de la astrología, Robertson confunde hechos naturales
con espirituales. Su interpretación de la realidad revela incapacidad
para comprenderla. Termina penosamente culpando a la víctima por
la tragedia.
Todos conocemos personas decentes que han sufrido atrocidades:
homicidios, robos, secuestros, violaciones, torturas, traiciones,
humillaciones, accidentes o enfermedades terminales. Tal como comprobamos
en nuestra experiencia, el Nuevo Testamento no ofrece falsas
promesas de seguridad personal, ni de protección especial frente
a semejantes situaciones. En esos maravillosos textos no veo a Dios
manipulando las circunstancias a favor de sus hijos. Más bien creo
que ésa es una visión romántica del evangelio que tienen muchos
lectores, que pretenden –tal como lo hacían los romanos de aquella
época con sus dioses- la propiciación divina: que Dios o sus ángeles
actúen sobrenaturalmente en su favor.

El significado de la gracia
La gracia anunciada en el Nuevo Testamento muestra per se que
ni la salvación ni las pruebas son una retribución.
Hallamos en las Escrituras promesas que no se enfocan en las
circunstancias (aunque Dios puede actuar en ellas) pero sí en el modo
de enfrentarlas. Se refieren a la acción de Dios en nosotros. De las
muchas que recogen los textos deseamos brevemente citar algunas
de ellas. “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros
el Espíritu Santo, y me seréis testigos” (Hc.1:8). “Estas cosas os he
hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción;
pero confiad, yo he vencido al mundo” (Jn.16:33). “He aquí yo estoy
con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mt.28:20). “En
mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me
desampararon; no les sea tomado en cuenta. Pero el Señor estuvo a
mi lado, y me dio fuerzas, para que por mí fuese cumplida la predicación,
y que todos los gentiles oyesen” (2ª Ti.4:16-17). Noto en ellas
dos rasgos distintivos. El primero, es la presencia de Dios en nuestras
vidas, en lo buenos y los malos momentos, para acompañarnos y darnos
fuerzas. El segundo es su propósito. No es egoísta, sino altruista,
pues nos faculta y convoca para poder amar, predicar y servir. Para el
cristiano la fe no es la creencia mágica en un Dios que actúa contra
nuestras desgracias, sino la fe en un Dios que está con nosotros en las
desgracias, y nunca nos deja solos frente a ellas.
Quiero terminar con una reflexión de Gustavo Romero “Jesús reconoció
en el dolor un imperativo del amor de Dios, para que su acción
salvadora se manifieste en la compasión y la solidaridad, entre los
seres humanos. Así, Manuel Fraijó precisa dos tradiciones cristianas
sobre el mal: la que ve el mal como algo merecido, consecuencia del
pecado y que pregunta por los culpables (como los amigos de Job); y
la que ve el mal como algo que arrasa incluso inocentes (Job), como
tragedia sin causa explicable y que enfatiza la urgencia de auxiliar
a las víctimas. Creo que Jesús entendió fundamentalmente el mal
desde la segunda. Nos apela, como el samaritano a poner bálsamo en
el cuerpo herido del asaltado camino a Jericó, y no a especular sobre
sus maldades. No concuerdo con cargar sobre las agobiadas espaldas
de los dolientes, la temeraria acusación de que están malditos por
Dios, único Ser del que muchos esperan ternura en medio de su dolor”.

Entrevista a Rene Padilla

1. ¿Nos puede contar algo de su vida?

Nací en un hogar evangélico, en Quito, en una familia pobre, por razones de trabajo mi padre se trasladó a Colombia, entiendo que estuvo un tiempo viviendo solo hasta lograr cierta estabilidad y luego toda la familia viajó a Colombia, cuando yo tenía dos años y medio. Tenía tres hermanos y tres hermanas, éramos siete en total, yo estaba justamente en la mitad de la familia. Hice mi primaria en Colombia, fui expulsado de la escuela cuando estaba haciendo el tercer grado por no asistir a una procesión lo cual muestra un poquito la situación que vivían los evangélicos en Colombia en esos años. En la década de los 30 y aún muy posteriormente, en parte por la persecución religiosa y en parte en el Ecuador en ese momento por lo menos había mayores facilidades para la educación, mi familia volvió al Ecuador. Hice la secundaria en Quito. Al graduarme fui a Estados Unidos a estudiar al Wheaton College, estudié filosofía y luego Teología y en cuanto terminé me vinculé con la Comunidad Internacional de Estudiantes Evangélicos que me nombró Secretario Viajero para cubrir Venezuela, Colombia, Ecuador y Perú. Esto fue en el año 1959.

En 1963 ya casado y con dos hijas viajé a Inglaterra para hacer un Doctorado en Ciencias Bíblicas bajo la dirección del Profesor F.F. Bruce, estuvimos en Inglaterra por dos años, cuando volvimos a América Latina establecimos nuestro hogar ya con tres hijas en Lima, Perú. Fui nombrado Secretario General de la Comunidad Internacional de Estudiantes Evangélicos. Vivimos en Perú un poco más de un año y al final nos trasladamos a la Argentina. Mi trabajo con la Comunidad Internacional comenzó en el 59 y terminó en el 82 en la Argentina. Seguí ejerciendo la tarea de Secretario Regional, pero también se me nombró Director de Publicaciones. Estuve al frente de la revista "Certeza" por varios años. Al salir de la Comunidad Internacional seguí sirviendo en el campo de la Literatura. Estuve trabajando con editorial "Caribe" y posteriormente se me invitó para que trabajara como Secretario Ejecutivo de la Fraternidad Teológica Latinoamericana de la cual yo había sido miembro fundador. Actualmente soy Secretario de Publicaciones de la Fraternidad Teológica y Presidente de la Fundación Kairós, en Argentina. Además he ejercido el pastorado por varios años. Actualmente soy pastor miembro de un equipo pastoral, para ser exacto, en una iglesia pequeña del barrio de San Fernando, en Buenos Aires.

2. ¿Qué factores contribuyeron a su formación teológica?

Un factor decisivo fue la formación que recibí en mi propio hogar. Mi padre fue un hombre auto-didacta leía mucho a pesar de su poca educación formal le gustaba mucho la teología y de él recibí inspiración para leer comencé a leer teología y otras cosas desde pequeño, cuando estuve en la secundaria sentí la necesidad de tomar algunos de los cursos por correspondencia que se ofrecían y se sembraron en mí varias inquietudes teológicas. En Wheaton estudié además de Filosofía, Griego y materias Bíblicas y bueno, poco a poco fui entusiasmándome con todo lo que es la reflexión teológica y con el tiempo empecé a escribir sobre el tema.

3. ¿Cuáles han sido sus mayores satisfacciones como Teólogo?

Muy difícil decirlo, porque el teólogo no existe aparte del pastor, ni el pastor aparte de congregaciones locales, donde hay toda suerte y oportunidades de compartir la visión de lo que es la Iglesia y lo que es la misión de la Iglesia. Quizás unas de las mayores satisfacciones ha sido ver que la reflexión ha hecho un impacto en la vida de la gente. Pero, no creo que sea la Teología sola, es lo que uno por la gracia de Dios logra integrar en su propia vida en términos de reflexión y de práctica cristiana.

4. ¿Cuáles son los hitos en su peregrinaje espiritual?

Bueno, lo primero mi conversión consciente, ya mencioné que me crié en un hogar evangélico, pero, cuando tenía más o menos quince años hice de mi compromiso con Jesucristo un compromiso personal. Todavía recuerdo mis caminatas por los largos corredores del Colegio Mejía de Quito, leyendo el Nuevo Testamento porque quería interiorizarme más personalmente de lo que significaba la enseñanza bíblica. Cuando tenía más o menos diecisiete años, se me nombró Presidente de la Sociedad Juvenil, para mí ese fue un tremendo desafío y creo que me ayudó a crecer en mi experiencia en lo que significa servir a Jesucristo. Comencé a predicar a los diecisiete años en el Penal García Moreno y también al poco tiempo por la radio, la radio HCJB.
Algunos de los recuerdos más vívidos que yo tengo de lo que Dios quiso hacer en mi vida se dio en mi contexto de momentos difíciles, por ejemplo cuando en la Universidad de Wheaton no disponía de los medios necesarios para mi propio sostenimiento porque yo tenía que pagarlo todo, yo no tuve ningún tipo de ayuda de ninguna institución. Recibí una beca de la propia universidad y eso fue todo, pero eso para mí fue una disciplina que me ayudó mucho a crecer y a confiar en el Señor y a saber que él era capaz de proveer para mis necesidades y a lo largo de experiencia ha sido así.

Cuando nos casamos no teníamos nada, absolutamente nada y cuando decidimos ir a Inglaterra a estudiar, mi señora y yo, tampoco teníamos nada, y sin embargo dimos un paso confiando en el Señor y esto nos ayudó a crecer, a crecer como personas. Me ha ayudado mucho el hecho de estar vinculado a una iglesia y tener que responsabilizarme por el liderazgo dentro de una situación en que no era necesariamente ideal pero donde había que confiar en el Señor para que el lograra y cambiar las cosas y para mi fue una gran alegría ver como la iglesia fue tomando forma de acuerdo con lo que yo soñaba que debía ser una iglesia no porque fuera perfecta, pero, porque si se dieron cosas que para mi eran esenciales para la vida de la iglesia; como es la comunión cristiana a nivel más profundo, la responsabilidad hacia el prójimo especialmente a los más necesitados, la predicación de la Palabra como algo central en la vida de la Iglesia, la lectura regular de buenas obras por parte de muchos miembros de la Iglesia, el surgimiento de un liderazgo local, la formación de jóvenes, en fin, éstas han sido cosas que han representado para mi oportunidades de crecimiento a la vez que de servicio.

5. ¿Qué es para usted la Teología?

La Teología es el esfuerzo humano por entender y articular el propósito de Dios para la vida Humana, para la vida de la Iglesia y para la vida de la sociedad. Cumple una función crítica, especialmente en relación con la Iglesia y a la vez una función constructiva apuntando la dirección en la cual debe moverse la Iglesia, bajo la dirección del Espíritu Santo según la instrucción de la Palabra de Dios. Tiene mucho que ver con un diálogo entre la Palabra de Dios, la revelación en Cristo Jesús, la revelación escrita y la situación del mundo, los problemas que nos rodean, el contexto en que vivimos; sin ese diálogo no hay teología. La Teología es un esfuerzo humano, la palabra última la tiene el Señor y su revelación, pero, nosotros tenemos la responsabilidad de entender lo que esa revelación en Jesucristo significa para nuestra propia vida.

6. ¿Cuáles serían entonces las tareas de la Teología en la América Latina?

Básicamente las que he mencionado, hay una tarea crítica y hay una tarea constructiva de apuntar la dirección en la cual la Iglesia debe moverse en obediencia al evangelio. En este momento hace falta un diálogo inter-disciplinario en que tratemos de entender la relación que hay entre el evangelio y situaciones tales como las que plantea la economía moderna, la destrucción del medio ambiente, la vida humana en una sociedad violenta, el problema de la corrupción que existe en nuestros países que son legado del pasado y que sigue siendo una gran carga para estos países. La Teología tiene la responsabilidad de buscar Palabra de Dios en relación con estas situaciones.

7. ¿Qué piensa en cuanto al panorama teológico en América Latina hoy?

En el panorama teológico de América Latina, ha habido un crecimiento en círculos evangélicos en cuanto a la preocupación por la reflexión teológica. Todavía, pienso yo, estamos lejos de alcanzar lo que es necesario, en muchos sectores se teme a la teología o se la relega a una posición de ninguna importancia, se cree que la Iglesia puede funcionar perfectamente con fórmulas que recibió de afuera. No hay una reflexión teológica en muchos círculos y yo creo que eso es asunto de preocupación pero a la vez, las cosas han cambiado en ciertas situaciones. Uno ve que la juventud tiene preocupaciones teológicas y está aprendiendo a pensar teológicamente. Y esto es algo que anima.

8. ¿Qué piensas del futuro de la Teología en América Latina?

La nueva generación es la que tiene que responsabilizarse por la tarea teológica como por la tarea de la Iglesia en general hace falta más gente que vea la importancia de la reflexión teológica que no es una ocupación ociosa para los que tienen demasiado tiempo y no tienen nada que hacer. Algunos contraponen por ejemplo la evangelización con la reflexión teológica, yo no creo en eso. Yo creo que no hay reflexión que no obtenga incidencia en la vida práctica, si es que es una reflexión que se desprende de un compromiso cristiano y a la vez sin reflexión la tarea en que estamos empeñados se torna en mero activismo, yo no creo ni en el activismo ni en el intelectualismo, creo en una teología que ilumina la acción de la iglesia y que critica lo que debe ser criticado desde una perspectiva bíblica.

9. ¿Cuáles son las áreas débiles de los evangélicos en la América Latina?

No sé, se puede hablar en términos muy generales depende mucho de la situación. Hay situaciones en que no se está estudiando la Palabra como se debe, la predicación está vacía de Palabra, hay mucho énfasis en la emoción, no se reflexiona, hay mucha pereza intelectual todavía hay mucha dependencia de lo que piensan fuera del contexto Latinoamericano, entonces se reciben directivas de otros lados y eso no ayuda, no hay preocupación por un liderazgo local enraizado en la Palabra a la vez en la situación de nuestros pueblos. Hace falta aún un trabajo serio de contextualización no solo del evangelio sino de la Iglesia.

10. ¿Usted tuvo una destacada participación en Lausana 74,

tomando esa fecha cuáles han sido los mayores cambios de la obra evangélica en América Latina?

Un cambio marcado, me parece a mí, ha sido el despertar de la conciencia social. Cuando algunos de nosotros en el Congreso Mundial de Evangelización propusimos que no se puede separar la evangelización de la responsabilidad social, fuimos mal vistos, se nos criticó duramente. Algunos nos tildaron de marxistas, yo creo que hoy es mucho más fácil decir estas cosas sin temor, abiertamente, y en efecto en la nueva generación hay mucho deseo en general de practicar un Evangelio Integral; vivir de manera que no solamente se hable del amor de Dios sino que se demuestre ese amor en la vida práctica y especialmente hacia los más necesitados.

11. ¿Cómo definiría que debe ser la misión de la Iglesia Hoy en América Latina?

La única misión que hace honor al nombre de Jesucristo, es la misión en que se muestra una compasión real por el hombre integral, como persona y como miembro de una sociedad, en su aspecto personal y en su aspecto comunitario. Yo creo que en América Latina por mucho tiempo hemos trabajado como si la gente no tuviera cuerpo, solo tuviera alma. Hoy día las cosas están cambiando somos seres psicosomáticos y espirituales y por lo tanto la atención tiene que ser al hombre integral en la sociedad y en la comunidad.

* Entrevista realizada por Víctor Rey

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