Una simple oración


por José Luis Lozano
“Dios mío, no me abandones aun cuando esté yo viejo y canoso, pues aún tengo que hablar de tu gran poder…” (Salmo 71:18)

Recuerdo que en los campeonatos mundiales de patín carrera, el momento de la largada de una competencia, se convertía en una ceremonia con mucha adrenalina. La línea de largada se transformaba en toda una reunión de oración. Los diferentes corredores de cada país, rezaban culturalmente a su manera. Unos se arrodillaban, otros se persignaban, algunos con mas carisma alzaban sus brazos al cielo y en voz alta gritaban por ayuda. Todo un “culto de peticiones espirituales a Dios”.

En ese contexto, recuerdo que yo le decía al Señor algo así como:

“…Señor, te doy gracias por la vida, por tener salud y poder hacer lo que me gusta. ¡Ahora es momento de que me ayudes a ganar!. ¡Para esto me entrené y me sacrifique!. Hice todo lo que pude y prometo ahora, hacer y dejar todo en la carrera. ¡Ayudáme a ganar!”.

Con los años, la vida nos va enseñando, que no todo pasa por ganar una carrera, y que no siempre las cosas salen como uno las planifica. La civilización cartesiana en la que vivimos, nos ha llevado a establecer una primacía de lo visible sobre lo invisible, de aquello que se mide y se pesa sobre lo que no se mide ni se pesa, del hacer sobre el ser, del homo faber sobre el homo religiosus, y tristemente, esta primacía, no nos ha ayudado ni preparado para disfrutar de la aventura de vivir.

Paul Tournier1 expresa:
“Luego de haber militado por una causa contra otra, por un proyecto contra otro, por una iglesia contra otra, uno accede a la tolerancia, que no es ni indiferencia, ni dimisión, sino nueva aventura de amor”.

Es bueno y necesario, que nos preparemos para el triunfo, es bueno y necesario que busquemos la excelencia en todo, pero también es necesario y conveniente que tengamos claramente definidas nuestras intenciones o motivaciones personales en nuestras acciones cotidianas para este nuevo año.; ¿Para qué? ¿Por qué? ¿Cuál es el propósito final de mis acciones?

El salmista refleja muy bien sus intenciones cuando expresa: “¡no me abandones…porque aún tengo que hablar de tu gran poder!”.

Ya no te pido que me ayudes a ganar. Solo enséñame a vivir plenamente y en amor, porque aún tengo que hablar de ti.

1 TOURNIER, Paul. Médico, psicólogo y pastor suizo, en “La aventura de la vida, Buenos Aires, Ed. La Aurora, 1976, p.286.

El valor de lo cotidiano


Colosenses 3:23

por José Luis Lozano

“Fue allí, en la cocina llena de humo, vistiendo un delantal raído y sosteniendo una sartén de mango desgastado, donde María recibió la visita de Dios”1 .

Siempre quise que Dios me hablara y se comunicara conmigo de la misma manera que lo hizo con los profetas y los personajes bíblicos. Deseaba oír claramente su palabra y conocer su voluntad. ¿Qué quiere Dios que yo haga? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Para qué?
Comencé entonces a estudiar las escrituras teniendo en cuenta esta consigna: ¿En qué condiciones contextuales Dios le habló a Noé, Abraham, Moisés, Elías, Eliseo, David, María, a los discípulos, entre otros?.
Fue muy interesante ir descubriendo en cada uno de los personajes, algunos elementos comunes que me ayudaron a comprender mejor la soberanía de Dios.

A modo de ejemplo compartiré solo algunos de ellos:

Moisés cuidaba las ovejas de Jetró, su suegro, sacerdote de Madián. Una vez llevó las ovejas muy lejos en el desierto y llegó al cerro de Horeb, esto es, el Cerro de Dios. “Allí fue cuando el Ángel de Yavé se presentó a él…” . Allí, en su trabajo cotidiano, secular, no religioso, fue cuando Dios le habló a Moisés.

En 1Reyes 19:19, vemos que la primera referencia que se hace a Eliseo lo presenta arando, haciendo la tarea de un labrador. No fue está la primera ni la última vez en que Dios eligió a desconocidos trabajadores rurales para realizar grandes cosas para su reino.
Por otro lado, ni Samuel ni David eran “líderes” de la historia. El primero lloraba por Saúl, mientras que el último pastoreaba las ovejas de su padre cuando Dios los llamó. El Señor es quien le dio la revelación a Samuel para que fuera a Belén y ungiera a un hombre que no conocía y que cuidaba ovejas. Igualmente, fue el Señor quién, algunos capítulos antes (1 Samuel 9), actuó con Saúl y a través de la pérdida temporal de sus burros y la instrucción de su siervo, eventualmente lo trajo ante Samuel y lo ungió como rey. En otras palabras, el Señor es el líder y el soberano y nos busca, nos habla, nos llama, mientras estamos en nuestros quehaceres cotidianos y seculares.
¿Qué decir de los apóstoles? ¿Qué trabajos hacían cuando Jesús los llamó?. En Mateo 9:9, leemos que cuando Jesús llamó a Levi (Mateo), estaba sentado, haciendo su trabajo de cobranza. En Marcos 1:16, Simón y su hermano Andrés estaban echando la red al agua.

En los Juegos Olímpicos de Londres 1948, la estrella fue una mujer holandesa llamada Fanny Blankers Koen, que ganó cuatro medallas de oro. Cuando le preguntaron cual era su trabajo cotidiano además de realizar los entrenamientos, ella dijo: “Tengo 32 años, dos hijos y soy ama de casa “.

Nosotros como María, anhelamos que mientras estemos en esa cocina llena de humo, con un delantal raído y sosteniendo una sartén de mango, un ángel nos visite y nos diga: “Te saludo, tú que has recibido el favor de Dios!. ¡El Señor está contigo! (Lucas 1:28).

Ayúdanos a realizar de tal manera nuestros trabajos cotidianos, que seamos dignos de que nos visites, de recibir tu favor y de sentir tu compañía.

1 Valdir Steuermagel, Hacer teología junto a María, Buenos Aires, Ediciónes Kairós, 2006.

Los malvivientes


Por Elisa Padilla
Llegó ese momento del culto dominical en que acostumbramos compartir con la comunidad nuestros motivos de agradecimiento y petición. Una vez más, el momento se convirtió en un espacio para hacer teología – es decir, para relacionar la enseñanza bíblica con la vida cotidiana. “Pido oración por nuestro país, para que se termine la violencia que nos tiene tan mal a todos”, dijo una señora, haciendo referencia a los episodios vividos durante la semana en Villa Soldati, Buenos Aires, donde cuatro personas murieron en el desalojo por parte de la policía de familias que se habían establecido en el parque Indoamericano. “Pero tengamos cuidado con la xenofobia; no nos comamos irreflexivamente lo que nos alimentan los medios de comunicación”, respondió otro hermano. Los tonos empezaron a elevarse: “¡Pero están matando a nuestros padres, hijos y hermanos! ¡Es imperante eliminar las ‘villas’ porque allí se esconden los criminales y malvivientes!”
Terminado el culto y la hora de charla informal en las puertas del templo, mi familia y demás agregados nos amontonamos en el viejo Peugeot. Nuestro destino era el Centro Kairós, donde una docena de “malvivientes” nos esperaba con el almuerzo listo. Al llegar, estaban ahí sentados en el quincho, no animándose aún a explorar el hermoso parque (tan distinto a sus habitáculos de pasillo de villa), con sus gorras tapándoles medio rostro, escuchando cumbia y reggaeton. Saludé a uno por uno con un beso, entremezclando algún chiste para recordar su nombre o porque por fin le ponía cara a un nombre escuchado repetidamente de labios de nuestro amigo Aníbal (principal artífice de la invitación para tal ocasión). Eran muchachos que tenían apenas unos años más que mis hijos. Uno, portador de VIH, con ambos padres fallecidos de SIDA. Otro, sin una pierna porque de chico se había caído del tren volviendo de jugar al fútbol. Otro, con un tiro en la pierna. Otro, con pedido de captura.
Los “malvivientes” cortaron tomates, pan y carne. Mezclaron jugos y sirvieron a las demás familias que habían sido invitadas al encuentro. Después de almorzar, Aníbal nos pidió a todos que nos sentáramos en una gran ronda de sillas bajo la sombra del palo borracho a escuchar las palabras del pastor René Padilla. En el relato elegido del evangelio de Lucas, Jesús les respondía a los religiosos que lo criticaban por comer con cobradores de impuestos y prostitutas (los “malvivientes” de su época). Y lo hizo mediante tres parábolas: la de la moneda perdida, la de la oveja perdida y la de los dos hermanos. En la tercera parábola, el menor de los hermanos tuvo que tocar fondo para darse cuenta de que su vida no podía seguir así y que necesitaba un cambio drástico. Cuando decidió volver a casa, su padre lo vio de lejos y salió a su encuentro. Lo besó, escuchó su confesión (“He pecado contra el cielo y contra ti…”) pero no le dio tiempo a terminar con su propuesta de trabajar para él como obrero: tomó enseguida la túnica, el calzado, el anillo y el becerro más gordo (el mejor asado estilo argentino). “Así Dios quiere recibirnos a nosotros:” -concluyó don René- “con un asado abundante y con la mejor carne de la hacienda”.
La semana pasada volví a mi viejo barrio de Villa Hidalgo (productora importante de “malvivientes”). Me impactó el mejoramiento de la zona en los últimos meses: la calle del jardín de infantes Colmenita estaba asfaltada; se habían construido veredas hasta el fondo del asentamiento para que, en días de lluvia, la gente no tuviera que chapotear tanto en el barro; estaba entubado el zanjón de podredumbre donde va a parar toda el agua desechada de los barrios altos y de las zanjas abiertas que atraviesan la villa; el barrio se está preparando para recibir cloacas; y los más desposeídos que viven del otro lado del zanjón, pronto tendrán luz eléctrica con tensión suficiente para todos.
En el momento del culto dominical donde los tonos habían subido a decibeles peligrosos que amenazaban con un estallido discordante, compartí esta realidad de Villa Hidalgo. El plan de mejoramiento del barrio, promovido por personas comprometidas con su prójimo y apoyado por planes del gobierno, eran pequeñas luces del reino de Dios y semillas de esperanza. Un hermano confirmó: “Lo que los cristianos debemos apoyar no es la eliminación de villas, sino su urbanización, es decir, la provisión de todos los servicios básicos de los cuales gozamos los incluidos. Eso es lo que significa ‘inclusión’”. Este comentario logró cerrar la discusión y aunar a la congregación en sus oraciones de intercesión.
En esta época en que celebramos el nacimiento de Dios como ser humano y repasamos el año 2010, sería bueno preguntarnos: ¿nuestra mesa navideña incluirá sólo a “bienvivientes”? ¿De qué maneras nuestra familia, comunidad de fe, ministerio u organización se relacionó durante este año con los sectores más débiles y excluidos de la sociedad? La opción de Jesús fue clara. Como dice el tango de Pagura (entonado por la delegación latinoamericana en el congreso mundial de Lausana III en Ciudad del Cabo este pasado octubre), Jesús “exaltó a los niños, las mujeres (otros “débiles” del momento), y resistió a los que de orgullo ardían.” Si nos hacemos amigos de “débiles y malvivientes” y nos atrevemos a violar la brecha que marca nuestra sociedad, guardando el dedo acusatorio, quizás logremos ver a las personas con los ojos de Dios, entender su realidad, descubrir su profunda belleza y empezar a invertir nuestra energía y recursos en la transformación de estas realidades de exclusión. Sin duda entre la basura, las armas, la droga, las aguas malolientes, el abandono y los pasillos embarrados, encontraremos las huellas de nuestro maestro.

Lo alabaré aunque...



por José Luis Lozano
Habacuc 3: 18-19
Le alabaré aunque no florezcan las higueras ni den frutos los viñedos y los olivares; aunque los campos no den su cosecha; aunque se acaben los rebaños de ovejas y no haya reses en los establos. Porque el Señor me da fuerzas; da a mis piernas las ligereza del ciervo y me lleva a alturas donde estaré a salvo.

Durante la 2da Guerra Mundial, Karoly Takacs; integrante del equipo olímpico húngaro de tiro con pistola y sargento del ejército, perdió su mano derecha al explotarle una granada defectuosa. Si bien, su mano derecha, era la que utilizaba para disparar, lejos de desanimarse, en los Juegos Olímpicos de Londres 1948, con 38 años de edad y disparando con su mano izquierda, alcanzó la medalla de oro.
La vida esta llena de sucesos dolorosos e inesperados. Cuando pensamos que todo esta bien, es cuando surge lo nuevo, lo distinto, lo doloroso. ¿Qué hacer?. ¡Es tiempo de alabar!

Enséñanos a alabarte en toda circunstancia de nuestra vida. En las buenas y en las malas, porque solo tu eres quien nos das fuerzas y nos sostienes con tu mano de victoria.

Ruth Padilla Deborst - Video

com/urbana09">Urbana 09 on Vimeo.


Ruth Padilla DeBorst Es Secretaria General de la Fraternidad Teológica de América Latina en San José, Costa Rica. Enseña que Jesús recluta gente en movimiento, utilizando historias de la Biblia. Desafía a los asistentes a arrancar sus anteojeras y ver el mundo como Dios lo ve; "una familia transnacional".

El futuro del Movimiento de Lausana


3 Noviembre 2010 - 2 Comentarios
C. René Padilla

Las cifras relacionadas con el Tercer Congreso Internacional de Evangelización Mundial que se llevó a cabo en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, del 17 al 24 de octubre bajo el lema “En Cristo, Dios estaba reconciliando al mundo consigo mismo” (2Co 5:19) son impresionantes. Estuvieron presentes más de 4.000 participantes de 198 países. Además, hubo unos 650 sitios de internet conectados con el Congreso en 91 países y 100.000 “visitas” de 185 países. Esto significa que muchos miles de personas de todo el mundo pudieron asistir a las sesiones por medio de internet. Doug Birdsall, el Presidente Ejecutivo del Movimiento de Lausana, probablemente tiene razón al afirmar que Ciudad del Cabo 2010 fue “la asamblea evangélica global más representativa de la historia”. Sin duda, este logro fue en gran medida el resultado de su esfuerzo de mucho tiempo para que eso sucediera.

Igualmente impresionantes fueron los muchos arreglos prácticos que se hicieron antes del Congreso. Además del difícil proceso de selección de los oradores para el plenario y para los “multiplexes” (seminarios electivos) y las sesiones de diálogo, los traductores y los participantes de cada país representado, había dos tareas que deben haber involucrado muchísimo trabajo antes del Congreso: la Conversación Global de Lausana para posibilitar que mucha gente alrededor del mundo hiciera sus comentarios e interactuara con otros aprovechando los avances tecnológicos contemporáneos, y la redacción de la primera parte (la teológica) del Compromiso de Ciudad del Cabo redactado por el Grupo de Trabajo Teológico de Lausana bajo la dirección de Christopher Wright.

Una evaluación positiva de Lausana III
La mejor manera de comprobar el valor de una conferencia como Lausana III es analizar los resultados concretos que ella produce posteriormente en relación con la vida y misión de la iglesia. Por esta razón, la presente evaluación de la conferencia que acaba de realizarse en Ciudad del Cabo tiene que considerarse nada más que como una evaluación preliminar.
Cada uno de los seis días del programa (con un día libre entre el tercero y el cuarto) tenía un tema:
1) Lunes: Verdad: comprobar la verdad de Cristo en un mundo pluralista globalizado.
2) Martes: Reconciliación: construir la paz de Cristo en nuestro mundo dividido y quebrantado.
3) Miércoles: Religiones mundiales: dar testimonio del amor de Cristo a personas de otras religiones.
4) Viernes: Prioridades: discernir la voluntad de Dios para la evangelización en nuestro siglo.
5) Sábado: Integridad: llamar a la iglesia a regresar a la humildad, la integridad y la sencillez.
6) Domingo: Coparticipación: coparticipar en el Cuerpo de Cristo con miras a un nuevo equilibrio global.

Cada uno de estos temas clave, calificados como “los mayores desafíos a la iglesia en la siguiente década”, era el tema del estudio bíblico y la reflexión teológica cada día por la mañana. El texto bíblico que se usaba en la serie intitulada “Celebración de la Biblia” era la carta a los Efesios. Uno de los aspectos más positivos del programa fue el estudio inductivo del pasaje del día en grupos, cada uno formado por seis miembros sentados alrededor de una mesa. Esto proveyó a los miembros del grupo la oportunidad de aprender juntos y de orar el uno por el otro, desarrollar nuevas amistades y construir alianzas para el futuro. Al estudio bíblico en grupos le seguía la exposición del pasaje de Efesios seleccionado para ese día. Sin minimizar la importancia de la música, el drama, las artes visuales, los relatos y las presentaciones de “multimedia”, un alto porcentaje de los participantes sintieron que el tiempo dedicado a “Celebrar las artes” podría haberse reducido para dar más tiempo a “Celebrar la Biblia”, una actividad que apreciaron muchísimo.

Cabe hacer mención especial de varios de los testimonios que dieron en sesiones del plenario por la mañana ciertas personas cuya experiencia de vida ilustraba claramente el tema del día. ¿Quién que haya estado allí podrá olvidar, por ejemplo, a la joven palestina y al joven judío que hablaron juntos sobre el significado de la reconciliación en Cristo por encima de las barreras raciales? ¿O a la misionera estadounidense que habló sobre testificar del amor de Cristo con personas de otras religiones, y contó cómo varios cristianos, incluyendo a su esposo, médico de profesión, fueron asesinados por musulmanes mientras regresaban de un pueblo aislado donde habían estado sirviendo movidos por la compasión cristiana en Afganistán?

En los multiplexes y las sesiones de diálogo de cada día por la tarde se exploraban en profundidad las implicaciones prácticas del estudio bíblico y la reflexión bíblica de la mañana. Por cierto, el debate más relevante sobre los diferentes temas no se realizaba necesariamente dentro de los límites de tiempo asignados en el programa sino en las conversaciones informales fuera del programa oficial. De todos modos, es un hecho que mucha de la reflexión más rica sobre asuntos relacionados con problemas globales contemporáneos se daba en las sesiones de la tarde. Estas sesiones participativas, en las que se tomaban muy en cuenta la comprensión de la diversidad de perspectivas representadas, la contextualización de ideas, modelos, contactos y materiales, y el compromiso para articular planes de acción, serán la base para la segunda parte del Compromiso de Ciudad del Cabo. El plan es publicar el documento de dos partes (la teológica y la práctica) con una guía de estudio a fines de noviembre.

De los veintidós multiplexes que se ofrecieron durante el Congreso, hubo especialmente tres que enfocaban asuntos que podrían considerarse como los más críticos para el hemisferio Sur: la globalización, la crisis ambiental, y la riqueza vs. pobreza. Estos tres factores están vinculados íntimamente entre sí y, en vista del enorme impacto que producen en millones de personas en el mundo de las grandes mayorías, merecen mucha más atención que la que han recibido hasta el momento por parte del movimiento evangélico.

Serias deficiencias
Según la definición oficial de su misión, el Movimiento de Lausana existe para “fortalecer, inspirar y equipar a la Iglesia para la evangelización mundial en nuestra generación, y exhortar a los cristianos sobre su deber de participar en asuntos de interés público y social”. Un análisis detenido de esta definición refleja la dicotomía que ha influido en un gran segmento del movimiento evangélico especialmente en el mundo occidental: la dicotomía entre evangelización y responsabilidad social. A causa de esa dicotomía, relacionada estrechamente con la dicotomía entre lo secular y lo sagrado, el Movimiento de Lausana se propone “fortalecer, inspirar y equipar a la Iglesia para la evangelización” pero sólo “exhortar a los cristianos” respecto a su responsabilidad social. El presupuesto implícito es que la misión prioritaria de la iglesia es la evangelización concebida en términos de comunicación oral del Evangelio, en tanto que la participación en asuntos de interés público y social—las buenas obras por medio de las cuales los cristianos cumplen su vocación como “luz del mundo” para la gloria de Dios (Mateo 5:16) — son un deber secundario para el cual los cristianos no necesitan ser fortalecidos, inspirados y equipados, sino sólo exhortados.

En la exposición bíblica del martes basada en Efesios 2 (el segundo día del Congreso) se aclaró, a partir del texto bíblico, que Jesucristo es nuestra paz (v. 14), hizo nuestra paz (v. 15) y predicó paz (v. 17). En otras palabras, en Cristo el ser, el hacer y el proclamar paz (shalom, vida en abundancia) son inseparables. La iglesia es fiel al propósito de Dios en la medida en que ella prolonga la misión de Jesucristo en la historia manifestando la realidad del Evangelio concretamente no sólo por lo que dice sino también por lo que es y por lo que hace. La misión integral de la iglesia está enraizada en la misión de Dios en Jesucristo, misión que involucra a toda la persona en comunidad, a la totalidad de la creación y cada aspecto de la vida.

La exposición bíblica basada en Efesios 3 al día siguiente puso en relieve la urgente necesidad que tiene el Movimiento de Lausana de aclarar teológicamente el contenido de la misión del pueblo de Dios. En contraste con lo que se había dicho el día anterior, el predicador designado para el miércoles afirmó que, si bien la iglesia se preocupa respecto a toda forma de sufrimiento humano, ella se preocupa especialmente por el sufrimiento eterno y consecuentemente está llamada a dar prioridad a la evangelización de los perdidos.

Una seria deficiencia de Lausana III fue no dar tiempo para la reflexión seria sobre el compromiso que Dios espera de su pueblo en relación con su misión. Lamentablemente, no hubo tiempo para dialogar sobre el Compromiso de Ciudad del Cabo, sobre el cual el Grupo de Trabajo Teológico dirigido por Christopher Wright había trabajado por un año con la intención de circularlo a comienzos del Congreso. Se repartió el documento apenas el viernes por la noche y no se tomaron medidas para que los participantes por lo menos escribieran sus comentarios personales sobre él antes del cierre de la conferencia en respuesta a preguntas específicas. Según el Comité Ejecutivo, ¡no había tiempo para eso! La postura negativa asumida por los organizadores del programa respecto a la recomendación de un grupo de participantes ancianos interesados en lograr que todos los participantes vieran el documento como algo suyo propio no sólo conspira contra ese propósito. Es también una señal que el Movimiento de Lausana está todavía muy lejos de alcanzar la coparticipación sin la cual no tiene base para considerarse un movimiento global.

En contraste con el tratamiento que recibió el documento producido por el Grupo de Trabajo Teológico, el miércoles se dedicó una sesión plenaria completa a la estrategia para la evangelización del mundo en esta generación —una estrategia elaborada en los Estados Unidos sobre la base de una lista de “grupos de gente no alcanzados” preparada por el Grupo de Trabajo Estratégico de Lausana. Tal estrategia reflejaba la obsesión por los números, típica de la mentalidad de mercado que caracteriza a un sector del movimiento evangélico de los Estados Unidos. Por otra parte, según muchos de los participantes del Congreso que conocen de primera mano las necesidades de sus respectivos países en relación con la evangelización, la lista de grupos de gente no alcanzados no hacía justicia a la situación real. ¡Curiosamente, en la lista no constaba ningún grupo no alcanzado en los Estados Unidos!

Otra deficiencia de Lausana III fue que, como señaló el Grupo de Interés en la Reconciliación ya hacia el final del Congreso, no se hizo ninguna mención oficial del hecho que éste estaba realizándose en un país que hasta hace pocos años estaba dominado por el apartheid y todavía sufre la injusticia social resultante de esa política. En efecto, el Congreso se realizó en el Centro Internacional de Convenciones que se construyó sobre tierra que se le reclamó al mar con los escombros del Distrito Sur de la Ciudad del Cabo cuando, en 1950, ese distrito fue declarado zona para gente blanca exclusivamente. En consecuencia, unos 60.000 habitantes negros fueron expulsados del área a la fuerza y sus hogares fueron arrasados por completo. Sin embargo, los organizadores de Ciudad del Cabo 2010 hicieron oídos sordos al pedido del Grupo de Interés en la Reconciliación que el Congreso, rechazara oficialmente “las herejías teológicas que dieron sustento al apartheid” y lamentara “el sufrimiento socioeconómico que es el presente legado del apartheid”. Uno se pregunta cuán serios son los líderes del Movimiento de Lausana en su compromiso con el Pacto de Lausana, según el cual “el mensaje de salvación encierra también el mensaje de juicio de toda forma de alienación, opresión y discriminación, y no debemos temer el denunciar el mal y la injusticia dondequiera que éstos existan” (párrafo 5).

La coparticipación en la misión y el futuro del Movimiento de Lausana
Un hecho que hoy reconocen y mencionan con frecuencia quienes tienen interés en la vida y misión de la iglesia a nivel global es que en las últimas décadas el centro de gravedad del cristianismo se ha desplazado del Norte y el Occidente al Sur y el Oriente. A pesar de eso, con demasiada frecuencia los líderes cristianos en el Norte y el Occidente, especialmente en los Estados Unidos, continúan dando por sentado que ellos son los encargados de diseñar la estrategia para la evangelización de todo el mundo. Como se afirma en la página sobre el “Día Seis – Coparticipación” del libro que contiene la descripción detallada del programa del Congreso, “la base del liderazgo organizacional, el control de los recursos financieros y el poder de decisión de la estrategia tiende a permanecer en el norte y el occidente”.

Tristemente, el mayor obstáculo para implementar una verdadera coparticipación en la misión es la riqueza del Norte y el Occidente; la riqueza que Jonathan Bonk, en su importante libro sobre Missions and Money (Misiones y dinero), ha descrito como “un problema misionero occidental”. Si esto es así, y si el Movimiento de Lausana va a contribuir significativamente al cumplimiento de la misión de Dios por medio de su pueblo, ha llegado el momento de que la fuerza misionera conectada con este movimiento, incluyendo a sus estrategas, renuncie al poder del dinero y modele la vida misionera en la encarnación, el ministerio terrenal y la cruz de Jesucristo.

Evangelio de la prosperidad: entre bendición y materialismo


Evangelio de la prosperidad: entre bendición y materialismo
La reciente conferencia evangélica de Lausana, celebrada en la Cuidad del Cabo – Sudáfrica, dejó a conocer que algunas partes de las escrituras estaban siendo mal interpretadas o hasta incluso deliberadamente manipuladas, al ser usadas para alimentar el materialismo. Este es el caso específico del ‘evangelio de la prosperidad’.

Tiene que haber una clara distinción entre la verdadera prosperidad bíblica y el evangelio del materialismo, afirman dos teólogos africanos.

El mensaje de que Dios bendice a los que dan, traspasa el límite de lo bíblico cuando el evangelio de la prosperidad cuando es utilizado para apoyar el estilo de vida extravagante de los predicadores, dijo Kwabena Asamoah, decano académico y profesor asociado de religión y teología pentecostal del Trinity Theological Seminary de Legon, Ghana, en la reciente conferencia de Lausana III.

Asamoah, quien también se desempeñó como investigador senior en el Centro para el Estudio Mundial de la Religión en la Escuela de Divinidad de la Universidad de Harvard en 2004, define el evangelio de la prosperidad como "la predicación, la interpretación, y la enseñanza de la Palabra de Dios que pone su énfasis en el consumismo para sugerir que la posesión de cosas materiales, y la riqueza son indicadores necesarios en el cristianismo en general y que cuentan con la aprobación de Dios ".

"La prosperidad no es ajena a la Escritura", explicó Asamoah durante la sesión titulada "La pobreza, la prosperidad y el Evangelio".

"Dios promete bendecir a su pueblo. Pero evangelio de la prosperidad distorsiona la bendición en el sentido que sólo lo ubica como bendición material".

El teólogo africano estuvo acompañado por Femi Adeleye, secretario general asociado del Movimiento Internacional de Estudiantes Evangélicos. Adeleye tiene un interés particular por la pobreza y la riqueza, y el evangelio de la prosperidad.

Adeleye se basó en Juan 10:10, un verso que a menudo se utiliza para apoyar la prosperidad material. Hizo hincapié en que la palabra griega utilizada para la vida en la Biblia es zoe, que significa la vida en el espíritu y en el alma. Zoe es diferente a bios, que se refiere a la vida física, material. Por lo tanto, lo que Jesús dice a sus seguidores es tener una vida abundante en el espíritu y no necesariamente en riquezas materiales.

"Es por ello que cuando debatimos acerca del evangelio de la prosperidad, es importante tener una educada interpretación bíblica", dijo Adeleye.

"Dar es parte de nuestra adoración, pero el evangelio de la prosperidad hace que el dar sea una actividad transaccional", comentó Asamoah. A los creyentes se les enseña que cuando hacen una ofrenda a Dios pueden esperar una rentabilidad determinada. Pero Dios bendice de acuerdo con su sabiduría y no es necesariamente la riqueza material.

"[Nosotros] no podemos utilizar la opción de comprar la gracia de Dios y esto es lo que hace evangelio de la prosperidad", dijo el teólogo de Ghana.


Fuente: Entre Cristianos

El perfil pedagógico de Jesús


por Elsie Romanenghi de Powell
Hace muchos años, cuando cursaba el secundario, saqué de la biblioteca del colegio La Vida de Jesús,de Renan. Sabía poco del autor, y menos aún si era agnóstico, liberal o creyente, pero hasta hoy recuerdo la sensación de leer a alguien que escribía muy bien y pintaba magistralmente las cualidades de Jesús como Maestro...

La religión de Jesús


Por Harold C. Segura

Jesús no fue un Maestro común y corriente que, como muchos, enseñara sin causar reacciones adversas por parte de sus oyentes. Jesús no fue así. Jesús dijo cosas que incomodaron a los religiosos de su tiempo, que enardecieron a los políticos y que causaron ira en sus demás enemigos. Su muerte en la cruz fue causada por quienes no soportaron más sus «irreverencias» y decidieron acallar su voz… ¡cómo si muriendo no hablara más claro y más fuerte!

Es entendible que desatara tanta furia cuando enseñaba en contra de las tradiciones religiosas y de los dogmas que los sacerdotes de su época habían acomodado para su propio bienestar. Eso se entiende. Lo incomprensible es que sus enemigos también reaccionarán cuando sanó a algunas personas. ¿Cómo se puede estar en contra de que un paralitico se levante o un ciego vea? Pero eso fue lo que sucedió.

Juan 9:1-42 narra la historia de un joven que era ciego y fue sanado por Jesús. Dice el evangelio que los religiosos de su época reaccionaron en contra de Jesús porque lo había sanado un sábado. ¡No puedo creer que gente tan experta en la ley del Antiguo Testamento respondieran de esa manera! Dijeron: «Ese hombre no viene de parte de Dios, porque no respeta el sábado» (9:16). Para ellos era más importante respetar la institucionalidad religiosa que devolverle la vista a un ciego. Es decir, primero las normas, después el ser humano; la religón antes que la vida.

El texto del evangelio de Juan deja al descubierto lo absurda que puede llegar a ser una religión cuando olvida que el amor a Dios se expresa por medio del amor al prójimo. Para Jesús la vida plena estuvo siempre primero que las instituciones religiosas. Para él no había mejor manera de dar gloria al Padre que devolviéndole la vida a los que no la tenían (10:10). Que los cojos caminen, que los muertos resuciten, que los ciegos vean, que las viudas tengan consuelo, que los pecadores reciban perdón y que los niños y las niñas gocen de cariño; esta fue la religión de Jesús.

Tomado de Lupa Protestante

Lausana III, entre pesimismos realistas y esperanzas tercas

En este momento estoy en Sao Paulo, Brasil, en camino hacia Ciudad del Cabo, Sudáfrica, para participar en el anunciado Tercer Congreso Internacional del Movimiento de Lausana sobre Evangelización Mundial, que se realizará del 16 al 24 de octubre. Hay una historia detrás de este magno evento que se origina en el Primer Congreso celebrado en Lausana, Suiza, en 1974, y que reunió a 2700 líderes procedentes de 150 países del mundo. La revista Time opinó por aquellos años que esta había sido «posiblemente la reunión de cristianos de mayor alcance jamás convocada». A algunos de mis viejos profesores los escuché decir que aquel congreso había sido el equivalente al Vaticano II evangélico. Exageración que se comprende.

Desde aquel 1974, los cristianos, sobre todo los latinoamericanos comprometidos con la misión integral de la Iglesia, hemos hecho del Pacto de Lausana nuestro himno de batalla para declarar hasta el cansancio que la misión evangelizadora es más que palabras y que tiene que ver con la responsabilidad social y la promoción de la justicia en el mundo. Casi de memoria aprendimos a repetir el numeral cinco del documento:

Afirmamos que Dios es tanto el Creador como el Juez de todos los hombres. Por lo tanto, debemos compartir Su preocupación por la justicia y la reconciliación en toda la sociedad humana, y por la liberación de todos los hombres de toda clase de opresión. La humanidad fue hecha a la imagen de Dios; consecuentemente, toda persona, sea cual sea su raza, religión, color, cultura, clase, sexo, o edad tiene una dignidad intrínseca, en razón de la cual debe ser respetada y servida, no explotada. Expresamos además nuestro arrepentimiento, tanto por nuestra negligencia, como por haber concebido, a veces, la evangelización y la preocupación social como cosas que se excluyen mutuamente. Aunque la reconciliación con el hombre no es lo mismo que la reconciliación con Dios, ni el compromiso social es lo mismo que la evangelización, ni la liberación política es lo mismo que la salvación, no obstante afirmamos que la evangelización y la acción social y política son parte de nuestro deber cristiano. Ambas son expresiones necesarias de nuestra doctrina de Dios y del hombre, de nuestro amor al prójimo y de nuestra obediencia a Jesucristo. El mensaje de la salvación implica también un mensaje de juicio a toda forma de alienación, opresión y discriminación, y no debemos temer el denunciar el mal y la injusticia dondequiera que existan. Cuando la gente recibe a Cristo, nace de nuevo en Su Reino y debe manifestar a la vez que difundir Su justicia en medio de un mundo injusto. La salvación que decimos tener, debe transformarnos en la totalidad de nuestras responsabilidades, personales y sociales. La fe sin obras es muerta. Hech. 17:26,31; Gén. 18:25; Isa. 1:17; Sal. 45:7; Gén. 1:26,27; Sant. 3:9; Lev. 19:18; Luc. 6:27,35; Sant. 2:26-26; uan 3:3,5; Mat. 5:20; 6:33; 2 Cor. 3:18.

¡Cómo no celebrar lo que allí pasó! Se habló de la justicia, se mencionó la reconciliación, se insistió en la conversión como una experiencia de trasformación total y se usó el polémico término liberación. Claro, con las consabidas explicaciones evangelicales, ¡pero se dijo algo! Y esas eran las buenas nuevas del 74. ¿Conservadoras? Sí, mucho, pero oportunas y valientes dado el contexto evangélico mundial de aquellos años.

El Pacto contiene, en total, quince numerales, además de la introducción y la conclusión [http://www.comimex.org/08_lausana.shtml]. Allí se declaró, entre otros asuntos, el lugar del diálogo para la evangelización, el valor de la unidad del Cuerpo de Cristo para el cumplimiento de la tarea evangelizadora, el debido respeto que debe tener la labor misionera por la diversidad cultural y la necesidad de promover la libertad de conciencia. Viene bien leer de nuevo aquella declaración y celebrar lo que allí se afirmó, sobre todo si se tiene en cuenta el impacto que tuvieron esas afirmaciones en el surgimiento y desarrollo de nuevas maneras de comprender la misión de Dios y las responsabilidades que ella implica para el pueblo evangélico, en su gran mayoría conservador y reacio a mezclar a Dios con los asuntos de la justicia social y la práctica política.

Pero han pasado más de treinta y cinco años desde aquel entonces. Del Pacto de Lausana hemos hablado hasta la saciedad, sin por ello decir que haya sido aceptado y practicado con el mismo énfasis. Al Pacto le debemos mucho; nos ayudó a balancear nuestra fe y nos animó a comprometernos con los dolores de esta América Latina llena de injusticias y dolores. Con el Pacto se nos dio el permiso de soñar con una Iglesia presente en la sociedad, dialogante con los sucesos políticos y cuestionadora del orden establecido, así ese orden se quisiera imponer dentro de las mismas comunidades de fe. Gracias al Pacto o impulsados por él, surgieron en América Latina nuevos rostros evangélicos, orgullosos con su cuna evangélica, pero saludablemente críticos con los riegos del fundamentalismo evangelical.

A estos evangélicos críticos, como los llama Paul Freston, me precio de pertenecer. Somos los que pedimos que en el 2010 vayamos un poco más allá de lo que se declaró en 1974 (¿es pedir mucho después de tantos años?). Lausana I requiere de una puesta al día; que sin tanta timidez y con más arrojo profético digamos lo que debemos decir hoy ---lo que el Señor espera que digamos--- acerca de la evangelización en el mundo. Esto esperamos; aunque, en las últimas semanas, conversando con varios de mis amigos y colegas he escuchado sus prevenciones y desconfianzas con lo que acontecerá en Ciudad del Cabo. La ola de dudas es muy grande. Piensan que los sectores más conservadores de las iglesias evangélicas del mundo (por cierto es la Alianza Evangélica Mundial la principal convocante) interesados sólo en los modelos proselitistas de la evangelización impondrán su derecho de mayoría. Creen que la declaración final de Ciudad del Cabo no será tan integral y balanceada como la del año 1974. Opinan que se guardará venerable silencio acerca de los grandes males que aquejan este mundo bueno de Dios, como la pobreza, la injusticia, la violencia, los desastres ecológicos y los abusos del poder hegemónico, entre muchos otros. En fin, que Lausana III será cuatro pasos atrás respecto de Lausana I… y tienen razón.

Les doy la razón, es cierto todo lo que dicen, sin embargo también les he dicho que, en mi caso, llego a Sudáfrica con cierto dejo de esperanza inexplicable y terca. En Twitter escribí esta mañana: «Lausana III, ¿un paso adelante? ¿dos atrás? Espero que tres al frente. La esperanza nunca avergüenza». Algunos me han dicho que es mi edad. A lo mejor tienen razón. Aunque sería extraño que ahora los jóvenes fueran defensores del realismo pesimista (a la manera del brillante J. Saramago) y los más viejos los del idealismo esperanzado (a la manera del también brillante E. Sábato). Pero, bueno, todo es posible. Es cierto; llego con esperanzada expectativa y aún no entiendo por qué.

Sao Paulo, octubre 2010

Sobre el autor:
Harold Segura C., pastor y teólogo colombiano, Director de Relaciones Eclesiásticas de World Vision International. Reside en San José, Costa Rica.

Entrevista al pastor y teólogo Juan Stam


Entrevistó: Edgardo Moffatt
Un desafío al compromiso profético















JUAN STAM (75), oriundo de Paterson, Nueva Jersey, es uno de los teólogos evangélicos «latinoamericanos» más pertinentes de la actualidad. Aunque es estadounidense de nacimiento, se nacionalizó costarricense como parte de un

proceso de identificación con América Latina que lleva más de cincuenta años. Últimamente, ha llamado mucho la atención su análisis teológico del discurso religioso del presidente de los Estados Unidos, George W. Bush.

Historias de vida


Por David Nacho

Estoy a punto de cumplir 33 años. Vivo en Argentina. Tengo una esposa y una hija. En los últimos meses, la experiencia de ser padres ha atravesado transversalmente todos los aspectos de mi vida. Esto es tan cierto que cuando me pongo a recordar cómo era yo en mis épocas de estudiante soltero, primero en Bolivia y después en Canadá, me invade un pensamiento: ¡era otra persona!

Sin embargo, esa otra persona soy yo. Yo y nadie más. Lo que une al padre y esposo de hoy con el estudiante de años atrás es una historia, una narrativa… mi historia, mi narrativa. El personaje de esta historia, obviamente, soy yo.

Esta narrativa es histórica y ficticia. Cuando digo que es histórica, quiero decir que los eventos que la forman sí pasaron. Cuando digo que es ficticia, no quiero decir que no sea verdad; más bien me refiero a la creativa interpretación que todos le damos a los acontecimiento de nuestras vidas. Para entender nuestra narrativa de vida, no basta con un simple recuento sucesivo de eventos. Muchas veces vemos los eventos de nuestra vida como irónicos, cómicos, trágicos, caóticos, etc. En otras palabras, necesitamos de la imaginación para darle sentido a nuestras vidas.

Para dicha tarea, necesito comparar mi narrativa con las narrativas de otros personajes: mis padres, personajes bíblicos, figuras históricas, etc. Es decir, sólo podemos acceder a nuestra verdadera identidad a través de la interpretación que hacemos sobre los eventos que nos suceden y la comparación que hacemos entre el significado de esos eventos y el significado de los eventos en la vida de otras personas. ¡Cuánta sabiduría hace falta para escoger bien las historias y los símbolos con los que damos significado a nuestra propia historia!

Soy el mismo; soy David. Y sin embargo era otra persona hace 15 o 10 años atrás. Otro pensamiento me invade. La transformación todavía sigue su curso. Mi historia no está completa. Esto quiere decir que tampoco está completa la interpretación de mi historia. ¿Quién hará la interpretación de mi historia y en base a qué? Si se compara mi historia con la de alguien más exitoso, poderoso, afortunado, admirado o querido, tal vez mi historia sea interpretada como algo insignificante. El escenario opuesto también es posible. ¿Cuáles son los símbolos, las narrativas, las ideologías que finalmente le darán significado a mi historia? ¿Serán las de nuestra sociedad de consumo? ¿Las de los medios de comunicación? ¿Las de los movimientos sociales o las de los lobbys?

Cuando decimos que Cristo nos redime, me parece que lo que decimos es que su historia redime nuestras historias personales. La salvación no sólo nos asegura un final feliz (burdamente dicho). La historia de Cristo interpreta y redime nuestra historia. No quiero decir que nuestras historias se vuelven cuentos de hadas, sino que nuestras historias se vuelven verdaderamente humanas y llenas de propósito. Poder entendernos a nosotros tiene mucho que ver con entender nuestras historias, y éstas adquieren su significado más profundo a la luz de la gran historia de Cristo.

Los mineros atrapados rechazan a los profesionales psi



por José Luis Lozano

Un rechazo para tener en cuenta

"No me preguntes más cómo me siento, porque en la carta que leí (...) sentí como si te estuvieses asesorando por ese 'doc', porque él provoca rechazo a todos acá adentro y provoca histeria en todos", se quejó Daniel Herrera Campos, uno de los 33 mineros, en una carta a su familia.

En un artículo anterior, nos referimos a la preocupante influencia que tienen los profesionales psi en nuestra vida cotidiana. Citamos el nuevo libro de Valeria Schapira; (La Argentina ansiolítica, Ed. Sudamericana), quien advierte sobre la enfermiza vinculación entre estos profesionales, la industria farmacéutica, nuestros estados de ánimo y nuestras relaciones familiares.

Hoy fue conocida públicamente, una carta dirigida a su familia, de uno de los 33 mineros que se encuentran atrapados a 700 mts de profundidad en la mina San José de Chile. En la misma se observa el enojo del minero, quien manifiesta además el rechazo de “todos acá adentro” hacia el tratamiento terapéutico de los profesionales psi.

La interna familiar y los asesoramientos psi.

El minero Daniel Herrera Campos, se enojó con su esposa en la carta escribiéndole: “No me preguntes mas como me siento…en la carta que me enviaste sentí como si te estuvieses asesorando por ese 'doc'.
La delicada situación fue confirmada al diario chileno La Tercera por Gricelda Godoy, madre de uno de los trabajadores, que comentó que su hijo dice que "no quiere más psicólogo, y nos dijo que cuando salga va a ir a hablar con el psicólogo (...). A lo mejor los está presionando mucho".

Un conflicto que se intentó ocultar

Según informa hoy Infobae , el conflicto entre los mineros y el profesional psi Alberto Iturra; jefe del equipo de psícologos a cargo de las sesiones de terapia, ya era conocido desde el 9 de septiembre pasado cuando los mineros se negaron a hablar con el doctor e incluso lo amenazaron. Sin embargo sale a la luz hoy, 10 días después, gracias a una carta enviada por un minero a un familiar.
La mediación de una carta de familia, permitió dar a conocer el efecto contraproducente de la influencia de los psicólogos en las terapias a los mineros, hecho que despertó curiosidad y suma preocupación en todo el mundo.
¿Qué habrán percibido aquellos mineros enterrados a 700 mts de profundidad, para rechazar y hasta amenazar al profesional psi que supuestamente pretendía ayudarlos?

¿Profesionales o dioses?

Parafraseando a Juan Stam, podríamos señalar:
“Muy generalizada en nuestros días es la teoría de la sumisión incondicional… produce profesionales dictadores, que pretenden controlar toda la vida de sus pacientes, señalándoles cuando enamorarse, casarse, divorciarse, aceptar un empleo (o dejarlo), comenzar un plan de estudios (o dejarlo), para todo necesita el visto bueno del soberano terapeuta psi.”

Muchos de nosotros hemos vivido diferentes situaciones similares a las ocurridas entre los mineros y los profesionales psi. También muchas veces, hemos manifestado nuestro enojo por la influencia contraproducente en nuestras relaciones familiares y/o matrimoniales. Nos hemos sentido presionados para realizar diferentes “tratamientos terapéuticos”, sin embargo pocas veces nos hemos atrevido a cuestionarlos o a reflexionar sobre los resultados finales de su influencia.
“Cuando salga voy a ir a hablar con ese psicólogo…” le dijo un minero a su madre. ¡¡Qué bueno sería poder presenciar esa charla!!


“Yo soy el Señor tu Dios, que te sacó de Egipto, donde eras esclavo. No tengas otros dioses aparte de mi”. (Éxodo 20:2-3)

Líbranos de todo tipo de esclavitudes y ayúdanos a vivir de acuerdo a tu voluntad.

Los profesionales psi y nuestra vida cotidiana


por José Luis Lozano

Los profesionales psi., la industria farmacéutica y nosotros

Datos que preocupan

En la Argentina, hay 145 profesionales psi cada 100 mil habitantes, tres veces más que en Chile, en los Estados Unidos y en los países escandinavos. Si se los cuentan amuchados en Capital Federal, las cifras son aún más dementes: hay 8,4 por cada 1.000 porteños, casi la misma proporción que de médicos (10,2 por cada mil).
¿Cuál es la relación entre estos profesionales, los fármacos y nuestra vida cotidiana?

Un país psiquiatrizado

En su nuevo libro (La Argentina ansiolítica, Ed. Sudamericana), Valeria Schapira señala que la incertidumbre económica y social hoy corre para todo el mundo, pero en este país psicologizado y psiquiatrizado encuentra terreno fértil para convertirse en trastorno mental y consumo de fármacos.

Una enfermiza relación

La industria farmacéutica según datos del INDEC, creció el 25 % en la Argentina. En el último año, este crecimiento ha ido de la mano de la venta de medicamentos para el sistema nervioso (ansiolíticos, antidepresivos, hipnóticos, etc.). En el primer trimestre de este año, los laboratorios facturaron 430 millones de pesos en pastillitas para calmarnos, alegrarnos, dormirnos o despertarnos. Lo que mas me asusta es nuestra indiferencia y justificación.

La preocupante relación de estos profesionales con la industria farmacéutica fue objeto de estudio de un grupo de investigadores norteamericanos que publicó sus resultados en la prestigiosa The New England Journal of Medicine. Luego de consultar a más de 3000 profesionales de la salud encontraron que el 94% reconocía tener algún tipo de relación cercana con la industria farmacéutica, y que ese vínculo se plasmaba, básicamente, en que recibían muestras gratis y regalos en su lugar de trabajo. Más de un tercio de los encuestados reconoció recibir algún tipo de compensación por sus recetas, como invitaciones a congresos o cursos de perfeccionamiento. Conducido por Eric G. Campbell y colaboradores, se llamó National Survey of Physician Industry Relationships, y sus resultados se conocieron a partir del año 2007.

Lakoff afirma; "Un punto de especial atención es el de los líderes de opinión. Psiquiatras, psicólogos u otros especialistas que dictan conferencias o exponen en los medios masivos de comunicación sus mensajes, ponderando la eficacia de ciertas moléculas psicofarmacéuticas. Si un líder de opinión recibe beneficios significativos; dinero, viajes, prestigio, por promover determinado producto, ahí estamos frente a un conflicto de ideales. La autonomía y la independencia profesional que conforman la base de la actividad de un médico se desdibujan".

La mercantilización de los estados de ánimo

Mencionamos antes que lo mas preocupante frente a estos datos, es nuestra indiferencia y justificación. No estamos diciendo que las medicaciones controladas y recetadas por los profesionales idóneos sea una mala palabra, solo cuestionamos la dependencia enfermiza que algunos de estos profesionales ejercen sobre los pacientes, logrando que toda su vida prácticamente dependa de la orientación y/o sugerencias del terapeuta.
Es interesante observar como las industrias farmacéuticas han logrado vincular nuestros estados emocionales con los fármacos. Hoy es posible elegir como deseamos estar anímicamente, levantarnos, acostarnos y también porque no mantener confortables relaciones sexuales. Solamente necesitamos tomar la pastilla adecuada. El antropólogo, Angel Martínez Hernáez, profesor de la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona, se refiere a esta esclavizante relación como “el peligro de la mercantilización de los estados de ánimo".

Líbranos de todo tipo de esclavitudes y ayúdanos a vivir de acuerdo a tu voluntad; libres y confiados en tu amor, porque solo tu eres Dios.

Funcionalidad sin amor


por José Luis Lozano

Reflexiones sobre la misión
Filipenses 2.3-7, 1Juan 3.10, Lucas 17.21
¿Relaciones fraternales o relaciones funcionales?

Cuando leemos las escrituras a la luz de la vida de Jesús, observamos relaciones de amor y vínculos horizontales de justicia, ética y fraternidad. El Reino de Dios esta “entre ustedes” afirmaba Jesús; al lado, no sobre ni debajo, sino entre, acompañando nuestro peregrinaje.

Relaciones enfermizas

Hace varios años atrás, aprendí que Dios a veces permite que sucedan ciertas circunstancias para enseñarnos o mostrarnos algo nuevo.
Recuerdo que en una oportunidad en ausencia del pastor principal de la iglesia, debido a un viaje al exterior, el pastor ayudante de la iglesia, convocó a una reunión de líderes. Siendo sutilmente engañados en cuanto a las intenciones de la misma, el pastor ayudante logró asumir estratégicamente desde aquel momento el liderazgo total de la iglesia.
Un documento escrito y leído por el, con voz firme y autoritaria en esa reunión, con textos bíblicos que intentaban respaldar su posicionamiento, sirvieron para apoderarse totalmente de la iglesia y de otra gran institución hermana de la ciudad.
El auto-proclamado líder, frente al silencio y temor del 99 % de los presentes, inició en aquel día, un nuevo y autoritario modelo de conducción eclesial.

Juan Stam señala:

“Muy generalizada en nuestros días es la teología de la sumisión incondicional, una teología de la autoridad absoluta (del apóstol, profeta, o pastor) que condena y prohíbe toda crítica. Es un autoritarismo a ultranza más cerca a la Curia Romana que al Nuevo Testamento. Produce pastores que son dictadores, que pretenden controlar toda la vida de los creyentes. Para enamorarse, casarse, comenzar un plan de estudios (o dejarlo), aceptar un empleo (o dejarlo), para todo se necesita el visto bueno del soberano pastor (apóstol, profeta)”.

Salí llorando de aquella reunión, junto a dos queridos hermanos que me acompañaron hasta mi hogar.
Años mas tarde logramos comprender, que Dios tenía otros planes para nosotros. Nos mostró que existían otros modos de entender la misión cristiana. No por la fuerza, ni el temor, sino por medio del amor. No por violencia ni por relaciones funcionales enfermizas hacia el líder, sino por medio de relaciones fraternales y solidarias.
No hay dudas que nuestra sociedad postmoderna ha tergiversado los valores y los criterios de medición del éxito y de la ética. Muchas iglesias hoy, se han convertido en grandes hipermercados y sus pastores en grandes y ricos empresarios. ¿Cómo encuadrar allí el modelo de Jesús?

“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”. (Mateo 7.21)

“Haya, pues, entre vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a si mismo, tomando forma de siervo…” (Filipenses 2. 5-7)

Gracias por enseñarnos que la vida cristiana no consiste en manipulaciones estratégicas, sino en amor, servicio y entrega por el otro.

Mecanismos de manipulación en las iglesias

por Juan Stam

Sociedades Bíblicas de Costa Rica patrocinan cada mes un Foro Bíblico para líderes de las iglesias evangélicas de Costa Rica. Estos foros han sido un gran éxito y están haciendo un aporte muy significativo a la vida teológica y espiritual del país. Para el mes de julio (2010) me pidieron, junto con el historiador y teólogo Juan Carlos Sánchez, analizar el tema delicado y controversial de "Mecanismos de manipulación en las iglesias". Es una realidad que muchos hemos observado pero poco se ha analizado. Por eso me permito resumir algunos aspectos del problema, sin pretender agotar el tema.

En sentido literal, según el Diccionario de la Academia Real, "manipular" significa "operar con las manos o con cualquier instrumento" (¿algo así como "manosear"?). En su significado que nos interesa, se define como "acto de intervenir con medios hábiles y, a veces, arteros, en la política, en el mercado, en la información, etc., con distorsión de la verdad o la justicia, y al servicio de intereses particulares". Esencial al concepto es el irrespeto a la persona, al derecho y la autodeterminación de su víctima. Manipular es jugar con el pensamiento, sentimiento y conducta de otras personas.

Un buen punto de partida puede ser un análisis sicológico del fenómeno de la sugestión. Aquí el sentido de "sugestionar" que nos interesa es el proceso sicológico mediante el cual una persona busca dominar la voluntad de alguien, llevándolo a pensar o actuar de determinada manera (Real Academia; Wikipedia). Según La Guía de Psicología, "la sugestión es un estado psíquico provocado en el cual el individuo experimenta las sensaciones e ideas que le son sugeridas y deja de de experimentar las que se le indica que no sienta."

Las formas extremas de la sugestión son el hipnotismo y el lavado de cerebro. Pero una forma mucho más común, que permea toda nuestra sociedad moderna, es la propaganda, tanto comercial como política, a veces subliminal (inconsciente; "por debajo del umbral de la conciencia"). La foto de un guapo señor bebiendo Imperial, rodeado de bellas mujeres y otros símbolos de éxito, insinúa la ridícula idea de que beber tal cerveza producirá lo mismos resultados en los televidentes. La propaganda nos evoca, con tremenda sutileza, las ganas de comprar cosas que no necesitamos para nada. La propaganda política gasta millones de dólares para hacernos pensar, sin más razones que sus mentiras, que tal candidato o tal proyecto social es lo mejor o lo peor, según el caso. En los 1980s, muchas caricaturas de Daniel Ortega lo representaban con un cigarro grandote, para identificarlo implícitamente con Fidel Castro (aunque Ortega no era fumador y los dos son muy diferentes). La ciencia de la propaganda fue perfecionada por Adolfo Hitler y su ministro de propaganda, Paul Joseph Goebels, para llevar el mundo a la guerra. El mandamiento de Jesús, "Mirad, pues, cómo oís" (Lc 8.18; Mr 4:24), nos impone el deber de estar alerta y no dejarnos engañar por ninguna propaganda.

Cuando uno se despierta a estas realidades, comienza a ver que en las iglesias también hay sugestión, métodos de propaganda y técnicas hipnotizantes. A veces una prolongada repetición rítmica de determinada frase, a gritos o con variaciones de tono, produce su deseado resultado de una histeria colectiva. Creo que cualquier sicóloga, competente en estos temas, lo podría reconocer y analizar. Por otra parte, las maratónicas de TV Enlace son un constante ejemplo de sugestión. ¿Cómo es posible que en cada maratónica, los locutores y predicadores puedan anunciar invariablemente que "hay una tremenda unción aquí, se siente poderosamente la presencia de Dios aquí"? Cabe la sospecha legítima que es más bien sugestión, con miras a crear la impresión de algo misterioso y maravilloso para que la gente envíe sus ofrendas, Queda sumamente vago en qué consiste esa "unción", cómo saben que está presente, y cómo puede ser tan predecible e invariable. Jesús dijo que el Espíritu sopla donde quiere, lo que Lutero parafraseó, "El Espíritu Santo actúa cuando, donde y como él quiere" y no cada vez que nosotros lo decidamos y después producimos por sugestión las sensaciones correspondientes.

Otra forma de manipulación, el chantaje, consiste en emplear promesas o amenazas para someter a las personas. En el sentido más amplio, "el evangelio de las ofertas" y "la teología de la prosperidad", cuando se emplean para provecho personal (que ocurre no infrecuentemente), califican como chantaje o extorsión. Casi siempre estas promesas y amenazas apelan al egoismo, como cuando se "profetiza" un gran futuro de fama y éxito para personas inseguras ("serás el Billy Graham del siglo XXI"). Muy comúnmente estas promesas producen confusión en sus víctimas y les hacen mucho daño.

Muy relacionada con estos chantajes es la intimidación, cuya expresión más grave son las frecuentes maldiciones que se lanzan contra las personas. Estas maldiciones son el colmo, el acabóse, del chantaje: "o te sometes, o te maldigo". Por falsas que sean, estas maldiciones tienen una tremenda fuerza para infundir terror y arruinar la vida de las personas. De esas maldiciones hemos hablado en artículos anteriores: "Apóstoles y profetas que juegan con maldiciones" (26 junio 2009) y "Una iglesia abusiva" (15 de marzo 2010). A veces estos "profetas" convalidan hechizos venidos del espiritismo en la vida anterior de los acusados.

Muy generalizada en nuestros días es la teología de la sumisión incondicional, una teología de la autoridad absoluta (del apóstol, profeta, o pastor) que condena y prohíbe toda crítica. Es un autoritarismo a ultranza más cerca a la Curia Romana que al Nuevo Testamento. Produce pastores que son dictadores, que pretenden controlar toda la vida de los creyentes. Para enamorarse, casarse, comenzar un plan de estudios (o dejarlo), aceptar un empleo (o dejarlo), para todo se necesita el visto bueno del soberano pastor (apóstol, profeta).

El texto áureo para este movimiento autoritario, que ahora aparece por todos lados, es Mateo 7:1, "No juzguéis, para que no seáis juzgados". Otras mantras sagradas son "no toquéis al ungido del Señor" o la murmuración de Miriam y la lepra con que Dios la castigó (ver el artículo del 12 de agosto de 2007 en este blog).

Se olvida que Mateo 7:1 condena la criticonería de los fariseos, que pretendían juzgar a los demás sin ser juzgados ellos, que juzgaban la paja en el ojo ajeno sin reconocer la viga en su propio ojo (7:3-5; cf. Rom 2:1). Lejos de prohibir la crítica sana y responsable, en seguida el pasaje nos llama a guardarnos de los falsos profetas, lobos vestidos de ovejas (7:15) y a conocer a todos por sus frutos (7:16-16-20), no por su palabrería espiritual (7:21-23). Según Juan 7:24 Jesús nos manda "juzgar con justo juicio" (cf. Lc 7.43; cf. 12:57); a los corintios, San Pablo les exhortó "juzgad vosotros mismos" (10:15; 11:13) y les avisa que "el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie" (ni de "apóstoles" ni de "profetas"; 1Cor 2:15; cf. 1 Jn 2:27)

Con su supresión anti-bíblica de la sana crítica, estos líderes se aseguran un espacio casi ilimitado para la manipulación de sus feligreses. Y es curioso, estos líderes (profetas, "apóstoles"), igual que los fariseos, se atribuyen la más amplia libertad para criticar a otros, sin que otros los puedan criticar a ellos.

Nuestra sociedad actual, en su tránsito de la modernidad a la postmodernidad, vive una profunda crisis de la autoridad. Se reconoce cada vez menos la autoridad extrínseca, por el puesto o el título que uno ostenta. En el futuro, los líderes tendrán que ganar cada vez más una autoridad intrínseca, por lo que realmente son, lo que piensan y lo que hacen.

Pensar con cabeza propia es a veces arriesgado e incómodo, y en la confusión de los cambios rápidos de nuestra época muchas personas buscan la seguridad en autoridades que pensarán por ellos. Pero eso no es sano y no es la voluntad del Señor. El autoritarismo no tiene futuro.

Una expresión especial de este autoritarismo manipulador es la supuesta autoridad incuestionable de los "profetas". Casi siempre, estos "profetas" comunican una actitud autoritaria, que su profecía es de origen divino y sería pecado cuestionarla. A menudo la expresión de su cara dice, "Yo soy profeta, que no me cuestione nadie". Pero lo bíblico es todo lo contrario: todos ustedes tienen el Espíritu, juzguemos e interpretemos todos juntos esta palabra que he recibido (1Tes 5:20-21; 1Cor 14:29). Se repite muy livianamente la fórmula "en el nombre del Señor", como si el Señor estuviera a la orden y disposición incondicional de estas personas.

Recuerdo un artículo en Apuntes Pastorales, en que el hermano Pablo Finkenbinder calculó que más o menos 95% de las profecías en las iglesias le parecían de origen humano y no revelación divina. He conocido casos en que ese origen humano era de prejuicios, resentimientos o intereses propios. La profecía auténtica, como palabra viva del Señor para la iglesia y las naciones, es un don precioso, muy importante y necesario para hoy, pero jamás debe pervertirse para manipular a la gente.

Algunos ejemplos más: Cuando reconocemos nuestra responsabilidad como pueblo de Dios y comenzamos a analizar lo que está pasando en la iglesia, descubrimos muchos ejemplos de manipulación, algunos inconscientes o por costumbre pero otros con clara intención de engañar. Un problema, mayormente sin intención de manipular, es el abuso del Amén, tan extendido en casi todas las iglesias. Cuando se pregunta, "¿Cuántos dicen Amén", se está presionando a la gente a expresar su acuerdo con lo dicho, reduciendo su posibilidad de discrepar o aun de asentir espontáneamente. Es una táctica para inducir asentimiento artificialmente. Hoy día "la cultura del Amén" está haciendo mucho daño a la iglesia. A veces uno ve en las congregaciones personas que dicen su "Amén" antes de que el predicador haya terminado la frase que está pronunciando, para poder saber qué es lo que están afirmando con su Amén.

"Amén" es un signo de exclamación, y nunca debe ser una pregunta con signo de interrogación.

Igualmente cuestionable es la costumbre de decir, "Repita después de mí" o "Diga a la persona que está a su lado" tal o cual cosa. Es tratar al público como a tontos, incapaces de pensar con cabeza propia. A veces llega hasta lo ridículo. Una vez oí a un predicador decir "Wow" y después "Repitan todos conmigo, Wow".

En la misma categoría pondría "Den un buen aplauso para el Señor". Si vamos a aplaudir, o vamos a decir "Amén", debe nacer espontáneamente de nuestros corazones, no por manipulación ni por costumbre ciega.

Muchas veces hoy día se emplea musica de trasfondo durante el sermón o la invitación final para crear un ambiente o un "mood". Es manipulación. La respuesta debe nacer del poder de la palabra misma y del Espíritu Santo, no del talento del tecladista.

Mucho se manipulan a la gente durante la invitación evangelística. Cantar "Tal como soy" 35 veces es sugestión y manipulación. Hace muchos años escuché a un famoso evangelista decir, "Levante su mano, nadie te está mirando, no le voy a pedir nada más", para decir después, "Ahora no yo sino el Espíritu Santo le pide a usted pasar adelante al altar". Personalmente creo inconveniente ofrecer cosas, como por ejemplo un libro, a todos los que pasen adelante. Es excelente dárselo, pero malo anunciarlo porque muchos pasarán adelante sólo para recibir el libro.

Como ejemplo final podemos mencionar la manipulación de las escrituras para que digan lo que queremos o lo que ayude más a nuestro sermón. A veces buscamos la traducción más bonita, o más de acuerdo con nuestro concepto, en vez de la más fiel. La meta principal de todo sermón, sea doctrinal o evangelístico, no es primordialmente impactar a los oyentes sino ser fiel y hacer escuchar la Palabra de Dios. En ese sentido, Bernard Ramm ha escrito, "el ministro debe tratar su texto exegéticamente antes de tratarlo homiléticamente" (Hermenéutica, T.E.L.L. 1976). Utilizar las escrituras en servicio del éxito personal u otros intereses es manipular el texto sagrado.

Conclusión:
Frente a sus rivales y detractores en Corinto, que desconocían su apostolado y preferían la elocuente retórica de Apolos (1Cor 1:12; 3:4-6; 4:6; Hch 18:24-19:1), Pablo no responde desde una posición de poder sino de una impresionante sinceridad y vulnerabilidad:

Cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría... Estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor; y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres sino en el poder de Dios. (1Cor 2:1-5)

Estas palabras, que llegan hasta la motivación más profunda del apóstol, revelan dos cualidades que deben caracterizar a todo siervo y sierva de Dios: la humildad y la integridad. Ese carácter, y esas actitudes, jamás permitirían una vida de manipulación. Gracias a Dios, ha habido y hay muchos miles de personas cuyas vidas y ministerios son auténticos y fieles. Aun en alguien tan famoso y "exitoso" como Billy Graham, y con todos sus defectos y errores, encontramos esa humildad básica y una profunda integridad.

Con tristeza tenemos que reconocer que los valores del mundo de hoy se han infiltrado en la iglesia, tanto de los predicadores y líderes como de los creyentes en las bancas. Entre los famosos predicadores en sus megaiglesias y sus programas de televisión, con todo su éxito, es mucho más difícil encontrar esos grandes valores espirituales de los gigantes del pasado. Aunque gracias a Dios hay excepciones muy notables, muchos (diría que la mayoría) de estas personalidades públicas parecen soberbias, con la arrogancia que les otorga su "éxito". Muchos también dan la impresión de estar jugando algún papel, más como actores de teatro que como siervos del Señor de señores.

¡Cómo quisiera estar equivocado en este análisis tan poco halagador! De todas maneras, la iglesia de hoy necesita mucha oración.

La honradez primero


Cuando las estructuras nos lastiman
por José Luis Lozano

Toda forma de organización humana es buena y también necesaria para la humanidad. La familia, como célula básica de organización de la sociedad, las asociaciones civiles, mutuales, fundaciones, cooperativas, iglesias, partidos políticos, etc., son instrumentos buenos y útiles que posibilitan la crianza, la educación y una sana convivencia en comunidad ¿Pero que sucede cuando éstas estructuras u organizaciones sociales nos comienzan a lastimar?

Decía Manuel Belgrano: “A quien procede con honradez, nada debe alterarle. He hecho cuanto he podido y jamás he faltado a mi palabra”.

Un primer intento de respuesta a nuestra inquietud es actuar con honradez. Antes de lastimar o seguir siendo lastimados, debemos ser honrados y enfrentar la situación con dialogo, responsabilidad y firmeza.
La honradez es aquella cualidad del hombre por la cual la persona se determina a elegir actuar siempre con base en la verdad y en la auténtica justicia. Es condición fundamental para las correctas relaciones humanas, para la amistad, la pareja y la auténtica vida en comunidad.
Muchas veces lastimamos sin darnos cuenta. Creemos que lo que hacemos esta bien, somos felices, servimos a la comunidad, educamos hijos, trabajamos en la obra de Dios; visitamos a los enfermos, ayudamos a los pobres, predicamos el evangelio, construimos edificios para la educación y la recreación, sin embargo lastimamos, ofendemos y casi siempre lo hacemos sin tomar conciencia de ello.
Las mismas organizaciones benéficas que constituyen la esencia de las sociedades, vienen a ser las que en algún momento pueden lastimarnos mas de lo conveniente.

¿Qué hacer entonces?

El dialogo, la honradez y el valor de tomar decisiones importantes, vienen a ser elementos claves para evitar un mal mayor. Claro que la honestidad tiene costos. También suele ser dolorosa, sin embargo nunca falla.
Hemos vivido diferentes experiencias dolorosas en organizaciones eclesiales, familiares y sociales, en las cuales presuponíamos la existencia de un clima de trabajo armónico, pacífico y objetivos comunes. Pero, paradójicamente suele suceder que es en estas organizaciones muchas veces en donde el dolor y la hipocresía ocupan un lugar preponderante.

Dios y las formas periféricas

La historia esta llena de paradojas e ironías, pero curiosamente son en estas circunstancias en donde Dios suele hacerse presente para acompañarnos y muchas veces mostrarnos un nuevo rumbo. Suele moverse en formas impredecibles, impensadas y periféricas. Con perfil bajo, ingresa por la puerta menos pensada. Su nacimiento en un establo, su entrada a Jerusalén en un manso burrito, su honrada y confrontativa relación con políticos y religiosos, las persecuciones como métodos de hacer conocer el evangelio, su irónica muerte de cruz para salvarnos, nos hablan de formas impensadas y periféricas.

Primero las personas

Las estructuras y organizaciones sociales deben priorizar entonces el diálogo, la honradez y las sanas relaciones humanas. No debería existir institución humana que no incluya como objetivo principal el bienestar integral del ser humano. Su libertad de libre asociación, su salud y su bienestar personal debe preceder a toda organización humana; incluyendo a la familia.

Enséñanos a mantener relaciones personales saludables y a priorizarlas por encima de toda organización humana. Que así sea.

La evangelización y mi abuelo

por José Luis Lozano

Reflexiones sobre la misión
Mateo 25.40, 1Juan 4.8

El concepto de evangelización que hemos recibido, tanto por la herencia católica como protestante, ha contribuido a generar un peligroso sentimiento de superioridad en el creyente. Tengo algo que tu no tienes, por lo tanto me acerco a ti solo para que tu recibas y aceptes mi mensaje. Tu puedes ser como yo; salvo, sano y próspero, solo si tienes fe, crees y obedeces.

Calvino decía: “Si creemos que el Espíritu de Dios es la única fuente de la verdad, no rechazaremos ni desperdiciaremos la verdad en si misma, dondequiera que aparezca, a menos que deseemos insultar al Espíritu de Dios…cualquiera sean los dones de Dios que percibimos en otros, debemos reverenciarlos y estimarlos, a fin de honrar a aquellos en quienes residen. Porque sería una gran maldad de parte nuestra robarles el honor que Dios les ha dado .”

Todo ser humano refleja la imagen de Dios creada y grabada en si mismo. Por lo tanto cada persona merece valoración, respeto y amor como portadores de la imagen, no importa la situación o crisis en que se encuentre.
Cuando Jesús dice: “…en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos mas pequeños, a mi lo hicisteis” (Mateo 25.40), nos está afirmando que su presencia ya está en el otro. No necesito llevarle a Dios, porque Dios ya está. Encuentro a Dios en el otro.
Antes que mi abuelo paterno muriera, me acerque a él con la intención de asegurarme que nos veríamos en el cielo. De acuerdo al cassette que se me había enseñado, debía hacerle la pregunta obligada: Abuelo, ¿Ud recibió a Cristo en su corazón alguna vez? El me contestó con una cariñosa y firme expresión; ¡pues si Dios siempre ha estado con nosotros! Mi abuelo me había enseñado una gran lección aquel día. El siempre había tenido conciencia de que Dios lo habitaba y que su presencia lo acompañaba en toda circunstancia de la vida.
Desde aquel día comprendí que debía acercarme a las personas con mas reverencia y humildad, no ya para conquistarlas o evangelizarlas de acuerdo a los patrones occidentales establecidos, sino para compartir con ellas, sabiendo que Dios está entre nosotros y así lograr crecer juntas.
¿Cómo debo acercarme al otro entonces? Cuando vaya a su encuentro, tendré que acercarme con gran expectativa, reverencia y humildad. Me acercaré como humano, junto a mis debilidades, pero llevaré mi fe; una fe que me permita reconocer a Dios en mi hermano.

Querido Señor, gracias por enseñarme que tu habitas en todo y en todos. Tu imagen y tu presencia nos rodea. Abre nuestros ojos para que podamos verte. Que seamos sensibles a la voz de tu Espíritu y podamos reconocerte en el otro.

Propongo una moratoria

Por Juan Stam
Nuestra iglesia evangélica, igual que la católica, parece haberse obsesionado por los temas sexuales, como si ésos fuesen los únicos problemas críticos de nuestro tiempo y como si de ellos dependiera el futuro de la iglesia y de la civilización. Temas sexuales, especialmente la homosexualidad, dominan abrumadoramente el discurso de los políticos protestantes; entre la gran mayoría de los evangélicos, la sola mención de homosexuales y lesbianos les infunde pánico. Más que sólo principios bíblicos y teológicos, que por supuesto son cruciales, parece funcionar aquí un profundo prejuicio social.

Los evangélicos, junto con los católicos, salen en masa para unirse a las marchas contra los homosexuales. Manifestaciones multitudinarias se han realizado en Costa Rica, Argentina, Brasil y muchos otros países. Es una causa popular, apoyada por el prejuicio de la sociedad misma.

No estoy minimizando la importancia de la ética sexual ni de nuestra fidelidad bíblica, pero sí quiero cuestionar las prioridades erradas de esta obsesiva campaña contra los homosexuales. ¿Por qué será que para una marcha anti-homosexual salimos a la calle por cientos de miles, pero cuando se trata de una protesta contra la corrupción en el gobierno (como el Manifiesto de la Vergüenza en Costa Rica), somos mudos y brillamos por nuestra ausencia? ¿Por que no se han unido las iglesias protestantes y católicas para organizar marchas contra las guerras de Irak y Afganistán? ¿Por qué no se les ha ocurrido a nuestros líderes religiosos una masiva protesta contra el golpe de estado en Honduras y el régimen represivo de su gobierno "democrático"?

Precisamente por eso, las iglesias evangélicas carecen de autoridad moral para que sus campañas anti-homosexuales sean convincentes. Los partidos protestantes han sido casi siempre cómplices del sistema, a veces hasta partícipes en la corrupción. Líderes ambiciosos han manipulado a los miembros ingenuos para quedar electos en puestos políticos, y ya electos no muestran una mínima comprensión de las necesidades reales del país ni una visión positiva del futuro nacional. Por eso, sus arengas contra la homosexualidad quedan en ridículo ante los sectores pensantes y críticos de la población y a veces huelen a oportunismo e hipocresía.

En amplios sectores de nuestras sociedades latinoamericanas, nuestras iglesias evangélicas se conocen más por su oposición a la homosexualidad que por cualquier otra cosa. Parece que la iglesia protestante en América Latina siempre ha necesitado algún gran enemigo con quien pelear. Es el síndrome del "anti". Originalmente era anti-catolicismo, después anti-comunismo y anti-ecumenismo, y ahora más que otra cosa, anti-homosexual. Pero el evangelio no vive de negaciones sino de las buenas nuevas. El evangelio es el "Sí" y el "Amén" de Dios (2 Cor 1:19-20); cuando lo negativo domina en la iglesia, ella está enferma.

La cuestión homosexual no siempre tenía la importancia que ahora tiene. En los Estados Unidos, Ronald Reagen, con gran astucia, forjó una alianza entre católicos y protestantes en torno a dos temas: homosexualidad y aborto. Les hizo pensar que esos eran los mayores problemas del país y los únicos criterios para el voto. Con esa táctica ganó la presidencia y el apoyo para sus guerras en Centroamérica y sus fatales políticas económicas, de las que hoy sufrimos las consecuencias. Con la misma táctica Nixon y los dos Bush politizaron estos temas para cometer más atrocidades. Y hoy, si nos unimos con la cruzada anti-homosexual, nos estamos aliando con otras causas que son contrarias al evangelio y negativas para el futuro de nuestros países.

Por todo eso quiero proponer una moratoria, digamos de unos cinco años, en que dejemos en paz a los homosexuales y que nos dediquemos a otros temas más importantes y más evangélicos. ¡Una moratoria de diatribas homofóbicas, nada de ataques e insultos, nada de marchas populacheras! Un descanso, para volver a respirar aire fresco. Y de hecho, la causa anti-homosexual no perderá nada, porque la jerarquía católica y las grandes mayorías homofóbicas de nuestros países se encargarán de proteger la patria y la familia.

Propongo que durante este período de moratoria nos dediquemos a analizar con calma este tema, dispuestos con humildad a juzgar nuestros propios pecados, pues el juicio debe comenzar en la casa de Dios. Debemos analizar mucho más a fondo los aspectos bíblicos de este tema (exegéticos y hermenéuticos), que tienen sus bemoles muy importantes. Nos haría mucho bien recordar que los mismos pasajes denuncian la avaricia (¡los avaros no entrarán al reino de Dios, pero sí en las iglesias!); el Nuevo Testamento dice mucho más contra la avaricia y la codicia que contra la homosexualidad. Otras preguntas que requieren un análisis imparcial son: ¿es congénita la homosexualidad en algunos casos, y cómo afecta eso el tema? ¿Cómo afecta la homosexualidad, positiva y negativamente, a ellos mismos, comparado con el matrimonio heterosexual? ¿Amenazan estas prácticas a la familia y la sociedad? ¿Cómo? Confieso que no tengo respuestas a estas preguntas, pues hasta ahora no me convencen los argumentos ni de un lado ni del otro.

Una pregunta fundamental: ¿Qué significa el mandamiento de amar, el gran mandamiento de la ley, para este tema? Muchas iglesias evangélicas ahora se conocen más por su aparente odio contra otros grupos que por su amor cristiano. Con la moratoria que propongo, la iglesia evangélica podría volver a ser conocida como la comunidad de amor en Cristo y no como un enemigo más de otro sector social ¡Qué lindo sería!

Me parece que hoy la iglesia está enferma con fiebre, y necesita reposo para bajar la calentura.

Esta guerra homofóbica está haciendo mucho daño a nuestras iglesias. Es hora para una tregua. Sería muy saludable y nos haría muchísimo bien. ¡Qué lo permita Dios!

Algunas preguntas sobre la misión de la iglesia

Por Nicolás Panotto
Una de las preguntas históricas de la iglesia cristiana: ¿qué es la misión? Ella se hace ya que todo cambia. La iglesia cambia. El mundo cambia. Las personas cambian. Por ende, la misión cambia. Es un término construido desde una infinidad de interpretaciones, experiencias, contradicciones, falencias, esperanzas y errores históricos. Por todo esto, es una pregunta aún vigente.

De aquí mi deseo levantar algunos interrogantes que creo pertinentes para hacernos. Pueden parecer perogrulladas, pero justamente en muchas ocasiones encontramos las respuestas más profundas a través de los planteos más “simples”.
¿La misión agranda o abre la iglesia?
Se ha cuestionado mucho la comprensión “numerológica” de la misión, en donde se la comprende como la búsqueda de métodos para hacer crecer la iglesia. El “éxito” se mide por la cantidad de “almas” (palabra no inocente, ya que los cuerpos parecen ser solo paquetes caminantes) que ingresan a las filas de la congregación. Ya conocemos las consecuencias de esta mirada: iglesias repletas de gente desconectada entre sí, consumiendo de un modelo o un mercado religioso “a la última moda”. Las personas se fetichizan (no ellas mismas sino las estructuras), transformándose en un número más. Y tengamos cuidado: esto no sucede solamente en las llamadas “mega iglesias”. Es un imaginario muy corriente en el mundo evangélico en general, sea cual fuere el tamaño de la congregación.
La misión sí tiene que ver con el ingreso de personas a nuestras comunidades eclesiales, pero en tanto éstas se abran al mundo y se transformen en una comunidad de referencia y convivencia. La iglesia no debe buscar presas como un cazador. Su misión es ser un espacio que sirva al prójimo, que atienda a los desfavorecidos, entendiendo la salvación como esa acogida que irrumpe la rutina de la cotidianeidad mecanizada y la estrechez afectiva vigentes en nuestro mundo. Como la iglesia en Hechos 2, 41-47: debemos procurar vivir alternativamente, y que sea Dios quien añada.

¿Acaso la misión no tiene que ver con la gente?
Otra perogrullada, pero no tanto… Sí, la misión tiene que ver con la gente. Pero, ¿qué entendemos por “gente”? ¿Son acaso una masa homogénea, o un complejo conjunto de individualidades, instituciones y dinámicas? ¿Qué lugar tienen en nuestra misión? Pero sobre todo: ¿no son personas reales, de carne y hueso, con historias, emociones, traumas, alegrías, fortalezas, debilidades y necesidades? Muchas veces perdemos este sentido de realidad en nuestra misión. “La gente” pasa a ser receptáculo de nuestros romanticismos, idealizaciones, hasta dogmas y moralinas. ¿Pero comprendemos que todo lo que hacemos, decimos, pensamos y pronunciamos tiene que ver con personas reales que viven una cotidianeidad, tal cual nosotros y nosotras? ¿Practicamos una misión según lo que escuchamos y vemos de cada persona, o imponemos una agenda? Si lo que importa son las personas en tanto tales, ¿acaso no deberíamos dejar atrás tantas luchas intestinas por imponer (nuestros) “principios” y escuchar la realidad de “la gente”? Sí, es un “riesgo”: el riesgo de perder nuestro cómodo lugar de “centro del mundo” para abrirnos a la compasión, tal como hizo Jesús.
¿La misión es o se hace?
Ya nos habrá quedado claro que no existe la misión, como paquete predeterminado de prácticas, discursos y acciones. No existen modelos prefijados. Como dice Mateo 28,19, la misión es un “mientras vamos”, un caminar continuo, un proceso que se va viviendo, resignificando, reconsiderando, en la medida que sigamos andando. Quedarnos en un lugar, por más lindo y seguro que parezca, nos impide ver las bellezas que tenemos por delante. La misión es un envío constante al mundo, a la realidad en la que estamos, que siendo coherente con ese contexto complejo y en continuo cambio, se resignifica a ella misma, transformando sus prácticas y nociones fundantes (sea Dios, Iglesia, Evangelio, etc.) No es un paquete, un lugar (de poder), una forma, un discurso. Es un movimiento infinito que nos abre al mundo infinito que habitamos. La misión se hace en el camino.
¿Nos dejamos hablar por la misión?
Se habla de que la misión debe ser pertinente a nuestra realidad, que debemos comprometernos con la sociedad, con sus penurias… “para ser luz”. ¿Pero somos concientes de lo que ello implica? La sociedad con la que nos comprometemos posee una complejidad muchas veces ignorada por la iglesia; de aquí, sus respuestas facilistas a través de fórmulas o moralinas que pretenden dar una respuesta acabada a cuestiones demasiado complicadas. Al comprometernos con la comunidad, nos damos cuenta de que existen desafíos aún mayores, hasta desconocidos, por estar allí. Por eso la misión misma nos habla para su propio cambio. La gente, las experiencias, los fracasos y las complejidades que se hacen ver en dicho compromiso misional, nos interpelan. ¿Lo escuchamos? ¿Lo sentimos? ¿Respondemos a ello o seguimos estancados en nuestro “pequeño mundo muy feliz”?

La compasión suple lo que le falta a la teología

Por C. René Padilla

Lo que hace posible una misión de amor genuino, al estilo de Cristo, es la compasión. Cuando no hay compasión, podemos tener dinero para llevar a cabo programas de acción social y (tal vez) una ideología para motivarnos y darnos sueños de un nuevo mundo, pero entonces nuestra misión no es al estilo de Jesús.

Siempre ha habido cristianos que tienen una teología muy “progresista” pero que no viven de acuerdo con ella. Su teología es muy idealista, pero su vida práctica no refleja lo que ella dice. Sin embargo, también pasa lo contrario: hay cristianos cuya teología deja mucho que desear, pero cuya vida práctica nos sorprende: es una vida motivada por la compasión, una vida de servicio en respuesta a las necesidades del prójimo, de preocupación por los niños, de identificación con los pobres, de voluntad de hacer todo lo posible para cambiar la situación de las personas más vulnerables de la sociedad. Se diría que la compasión suple lo que le falta a la teología.

Una temática constante en la mayoría de las grandes conferencias organizadas por gente evangélica, en las últimas tres décadas, es la responsabilidad de los cristianos frente a las necesidades sociales, políticas y económicas de nuestros pueblos. Lo que hoy día estamos viendo es en gran medida el resultado, no solamente de esos congresos o reuniones, sino de toda una labor teológica y pedagógica, conjugada con el serio agravamiento de la situación, que exige a muchos a tomar conciencia de que no es posible seguir predicando un evangelio desencarnado de la realidad.

Hasta muy recientemente mucha de la evangelización de las iglesias evangélicas era desencarnada. Se orientaba a la salvación del alma pero pasaba por alto las necesidades del cuerpo. Ofrecía la reconciliación por medio de Jesucristo, pero dejaba de lado la reconciliación del hombre con su prójimo, basada en el mismo sacrificio de Jesucristo. Proclamaba la justificación por la fe, pero omitía toda referencia a la justicia social enraizada en el amor de Dios por los pobres.

Frecuentemente este énfasis estaba vinculado a otro, muy grande, en el crecimiento numérico de la Iglesia. A cuenta de incrementar el número de miembros en las filas evangélicas, se caía en la reducción del Evangelio, haciendo de éste un mensaje para el individuo pero no para la sociedad, para la vida privada pero no para la pública. Muchas iglesias no han superado todavía estas distorsiones, y las controversias les impiden participar creativamente en lo que Dios quiere hacer en el mundo para cumplir su propósito redentor. Sin embargo, hoy abundan casos de ministerio integral que muestran un cambio radical que se está dando en el pueblo evangélico latinoamericano en lo que atañe a la manera de encarar su ministerio. Son señales que apuntan a un nuevo día en la historia de la Iglesia evangélica en América Latina. Y lo que hace posible esas señales no es otra cosa que la compasión.

Las Prácticas Restaurativas en Jesús de Nazareth

  En los 4 evangelios, encontramos a Jesús restaurando personas y relaciones. Tanto sus acciones como sus enseñanzas nos muestran algunas cl...