Una simple oración


por José Luis Lozano
“Dios mío, no me abandones aun cuando esté yo viejo y canoso, pues aún tengo que hablar de tu gran poder…” (Salmo 71:18)

Recuerdo que en los campeonatos mundiales de patín carrera, el momento de la largada de una competencia, se convertía en una ceremonia con mucha adrenalina. La línea de largada se transformaba en toda una reunión de oración. Los diferentes corredores de cada país, rezaban culturalmente a su manera. Unos se arrodillaban, otros se persignaban, algunos con mas carisma alzaban sus brazos al cielo y en voz alta gritaban por ayuda. Todo un “culto de peticiones espirituales a Dios”.

En ese contexto, recuerdo que yo le decía al Señor algo así como:

“…Señor, te doy gracias por la vida, por tener salud y poder hacer lo que me gusta. ¡Ahora es momento de que me ayudes a ganar!. ¡Para esto me entrené y me sacrifique!. Hice todo lo que pude y prometo ahora, hacer y dejar todo en la carrera. ¡Ayudáme a ganar!”.

Con los años, la vida nos va enseñando, que no todo pasa por ganar una carrera, y que no siempre las cosas salen como uno las planifica. La civilización cartesiana en la que vivimos, nos ha llevado a establecer una primacía de lo visible sobre lo invisible, de aquello que se mide y se pesa sobre lo que no se mide ni se pesa, del hacer sobre el ser, del homo faber sobre el homo religiosus, y tristemente, esta primacía, no nos ha ayudado ni preparado para disfrutar de la aventura de vivir.

Paul Tournier1 expresa:
“Luego de haber militado por una causa contra otra, por un proyecto contra otro, por una iglesia contra otra, uno accede a la tolerancia, que no es ni indiferencia, ni dimisión, sino nueva aventura de amor”.

Es bueno y necesario, que nos preparemos para el triunfo, es bueno y necesario que busquemos la excelencia en todo, pero también es necesario y conveniente que tengamos claramente definidas nuestras intenciones o motivaciones personales en nuestras acciones cotidianas para este nuevo año.; ¿Para qué? ¿Por qué? ¿Cuál es el propósito final de mis acciones?

El salmista refleja muy bien sus intenciones cuando expresa: “¡no me abandones…porque aún tengo que hablar de tu gran poder!”.

Ya no te pido que me ayudes a ganar. Solo enséñame a vivir plenamente y en amor, porque aún tengo que hablar de ti.

1 TOURNIER, Paul. Médico, psicólogo y pastor suizo, en “La aventura de la vida, Buenos Aires, Ed. La Aurora, 1976, p.286.

El valor de lo cotidiano


Colosenses 3:23

por José Luis Lozano

“Fue allí, en la cocina llena de humo, vistiendo un delantal raído y sosteniendo una sartén de mango desgastado, donde María recibió la visita de Dios”1 .

Siempre quise que Dios me hablara y se comunicara conmigo de la misma manera que lo hizo con los profetas y los personajes bíblicos. Deseaba oír claramente su palabra y conocer su voluntad. ¿Qué quiere Dios que yo haga? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Para qué?
Comencé entonces a estudiar las escrituras teniendo en cuenta esta consigna: ¿En qué condiciones contextuales Dios le habló a Noé, Abraham, Moisés, Elías, Eliseo, David, María, a los discípulos, entre otros?.
Fue muy interesante ir descubriendo en cada uno de los personajes, algunos elementos comunes que me ayudaron a comprender mejor la soberanía de Dios.

A modo de ejemplo compartiré solo algunos de ellos:

Moisés cuidaba las ovejas de Jetró, su suegro, sacerdote de Madián. Una vez llevó las ovejas muy lejos en el desierto y llegó al cerro de Horeb, esto es, el Cerro de Dios. “Allí fue cuando el Ángel de Yavé se presentó a él…” . Allí, en su trabajo cotidiano, secular, no religioso, fue cuando Dios le habló a Moisés.

En 1Reyes 19:19, vemos que la primera referencia que se hace a Eliseo lo presenta arando, haciendo la tarea de un labrador. No fue está la primera ni la última vez en que Dios eligió a desconocidos trabajadores rurales para realizar grandes cosas para su reino.
Por otro lado, ni Samuel ni David eran “líderes” de la historia. El primero lloraba por Saúl, mientras que el último pastoreaba las ovejas de su padre cuando Dios los llamó. El Señor es quien le dio la revelación a Samuel para que fuera a Belén y ungiera a un hombre que no conocía y que cuidaba ovejas. Igualmente, fue el Señor quién, algunos capítulos antes (1 Samuel 9), actuó con Saúl y a través de la pérdida temporal de sus burros y la instrucción de su siervo, eventualmente lo trajo ante Samuel y lo ungió como rey. En otras palabras, el Señor es el líder y el soberano y nos busca, nos habla, nos llama, mientras estamos en nuestros quehaceres cotidianos y seculares.
¿Qué decir de los apóstoles? ¿Qué trabajos hacían cuando Jesús los llamó?. En Mateo 9:9, leemos que cuando Jesús llamó a Levi (Mateo), estaba sentado, haciendo su trabajo de cobranza. En Marcos 1:16, Simón y su hermano Andrés estaban echando la red al agua.

En los Juegos Olímpicos de Londres 1948, la estrella fue una mujer holandesa llamada Fanny Blankers Koen, que ganó cuatro medallas de oro. Cuando le preguntaron cual era su trabajo cotidiano además de realizar los entrenamientos, ella dijo: “Tengo 32 años, dos hijos y soy ama de casa “.

Nosotros como María, anhelamos que mientras estemos en esa cocina llena de humo, con un delantal raído y sosteniendo una sartén de mango, un ángel nos visite y nos diga: “Te saludo, tú que has recibido el favor de Dios!. ¡El Señor está contigo! (Lucas 1:28).

Ayúdanos a realizar de tal manera nuestros trabajos cotidianos, que seamos dignos de que nos visites, de recibir tu favor y de sentir tu compañía.

1 Valdir Steuermagel, Hacer teología junto a María, Buenos Aires, Ediciónes Kairós, 2006.

Los malvivientes


Por Elisa Padilla
Llegó ese momento del culto dominical en que acostumbramos compartir con la comunidad nuestros motivos de agradecimiento y petición. Una vez más, el momento se convirtió en un espacio para hacer teología – es decir, para relacionar la enseñanza bíblica con la vida cotidiana. “Pido oración por nuestro país, para que se termine la violencia que nos tiene tan mal a todos”, dijo una señora, haciendo referencia a los episodios vividos durante la semana en Villa Soldati, Buenos Aires, donde cuatro personas murieron en el desalojo por parte de la policía de familias que se habían establecido en el parque Indoamericano. “Pero tengamos cuidado con la xenofobia; no nos comamos irreflexivamente lo que nos alimentan los medios de comunicación”, respondió otro hermano. Los tonos empezaron a elevarse: “¡Pero están matando a nuestros padres, hijos y hermanos! ¡Es imperante eliminar las ‘villas’ porque allí se esconden los criminales y malvivientes!”
Terminado el culto y la hora de charla informal en las puertas del templo, mi familia y demás agregados nos amontonamos en el viejo Peugeot. Nuestro destino era el Centro Kairós, donde una docena de “malvivientes” nos esperaba con el almuerzo listo. Al llegar, estaban ahí sentados en el quincho, no animándose aún a explorar el hermoso parque (tan distinto a sus habitáculos de pasillo de villa), con sus gorras tapándoles medio rostro, escuchando cumbia y reggaeton. Saludé a uno por uno con un beso, entremezclando algún chiste para recordar su nombre o porque por fin le ponía cara a un nombre escuchado repetidamente de labios de nuestro amigo Aníbal (principal artífice de la invitación para tal ocasión). Eran muchachos que tenían apenas unos años más que mis hijos. Uno, portador de VIH, con ambos padres fallecidos de SIDA. Otro, sin una pierna porque de chico se había caído del tren volviendo de jugar al fútbol. Otro, con un tiro en la pierna. Otro, con pedido de captura.
Los “malvivientes” cortaron tomates, pan y carne. Mezclaron jugos y sirvieron a las demás familias que habían sido invitadas al encuentro. Después de almorzar, Aníbal nos pidió a todos que nos sentáramos en una gran ronda de sillas bajo la sombra del palo borracho a escuchar las palabras del pastor René Padilla. En el relato elegido del evangelio de Lucas, Jesús les respondía a los religiosos que lo criticaban por comer con cobradores de impuestos y prostitutas (los “malvivientes” de su época). Y lo hizo mediante tres parábolas: la de la moneda perdida, la de la oveja perdida y la de los dos hermanos. En la tercera parábola, el menor de los hermanos tuvo que tocar fondo para darse cuenta de que su vida no podía seguir así y que necesitaba un cambio drástico. Cuando decidió volver a casa, su padre lo vio de lejos y salió a su encuentro. Lo besó, escuchó su confesión (“He pecado contra el cielo y contra ti…”) pero no le dio tiempo a terminar con su propuesta de trabajar para él como obrero: tomó enseguida la túnica, el calzado, el anillo y el becerro más gordo (el mejor asado estilo argentino). “Así Dios quiere recibirnos a nosotros:” -concluyó don René- “con un asado abundante y con la mejor carne de la hacienda”.
La semana pasada volví a mi viejo barrio de Villa Hidalgo (productora importante de “malvivientes”). Me impactó el mejoramiento de la zona en los últimos meses: la calle del jardín de infantes Colmenita estaba asfaltada; se habían construido veredas hasta el fondo del asentamiento para que, en días de lluvia, la gente no tuviera que chapotear tanto en el barro; estaba entubado el zanjón de podredumbre donde va a parar toda el agua desechada de los barrios altos y de las zanjas abiertas que atraviesan la villa; el barrio se está preparando para recibir cloacas; y los más desposeídos que viven del otro lado del zanjón, pronto tendrán luz eléctrica con tensión suficiente para todos.
En el momento del culto dominical donde los tonos habían subido a decibeles peligrosos que amenazaban con un estallido discordante, compartí esta realidad de Villa Hidalgo. El plan de mejoramiento del barrio, promovido por personas comprometidas con su prójimo y apoyado por planes del gobierno, eran pequeñas luces del reino de Dios y semillas de esperanza. Un hermano confirmó: “Lo que los cristianos debemos apoyar no es la eliminación de villas, sino su urbanización, es decir, la provisión de todos los servicios básicos de los cuales gozamos los incluidos. Eso es lo que significa ‘inclusión’”. Este comentario logró cerrar la discusión y aunar a la congregación en sus oraciones de intercesión.
En esta época en que celebramos el nacimiento de Dios como ser humano y repasamos el año 2010, sería bueno preguntarnos: ¿nuestra mesa navideña incluirá sólo a “bienvivientes”? ¿De qué maneras nuestra familia, comunidad de fe, ministerio u organización se relacionó durante este año con los sectores más débiles y excluidos de la sociedad? La opción de Jesús fue clara. Como dice el tango de Pagura (entonado por la delegación latinoamericana en el congreso mundial de Lausana III en Ciudad del Cabo este pasado octubre), Jesús “exaltó a los niños, las mujeres (otros “débiles” del momento), y resistió a los que de orgullo ardían.” Si nos hacemos amigos de “débiles y malvivientes” y nos atrevemos a violar la brecha que marca nuestra sociedad, guardando el dedo acusatorio, quizás logremos ver a las personas con los ojos de Dios, entender su realidad, descubrir su profunda belleza y empezar a invertir nuestra energía y recursos en la transformación de estas realidades de exclusión. Sin duda entre la basura, las armas, la droga, las aguas malolientes, el abandono y los pasillos embarrados, encontraremos las huellas de nuestro maestro.

Lo alabaré aunque...



por José Luis Lozano
Habacuc 3: 18-19
Le alabaré aunque no florezcan las higueras ni den frutos los viñedos y los olivares; aunque los campos no den su cosecha; aunque se acaben los rebaños de ovejas y no haya reses en los establos. Porque el Señor me da fuerzas; da a mis piernas las ligereza del ciervo y me lleva a alturas donde estaré a salvo.

Durante la 2da Guerra Mundial, Karoly Takacs; integrante del equipo olímpico húngaro de tiro con pistola y sargento del ejército, perdió su mano derecha al explotarle una granada defectuosa. Si bien, su mano derecha, era la que utilizaba para disparar, lejos de desanimarse, en los Juegos Olímpicos de Londres 1948, con 38 años de edad y disparando con su mano izquierda, alcanzó la medalla de oro.
La vida esta llena de sucesos dolorosos e inesperados. Cuando pensamos que todo esta bien, es cuando surge lo nuevo, lo distinto, lo doloroso. ¿Qué hacer?. ¡Es tiempo de alabar!

Enséñanos a alabarte en toda circunstancia de nuestra vida. En las buenas y en las malas, porque solo tu eres quien nos das fuerzas y nos sostienes con tu mano de victoria.

Ruth Padilla Deborst - Video

com/urbana09">Urbana 09 on Vimeo.


Ruth Padilla DeBorst Es Secretaria General de la Fraternidad Teológica de América Latina en San José, Costa Rica. Enseña que Jesús recluta gente en movimiento, utilizando historias de la Biblia. Desafía a los asistentes a arrancar sus anteojeras y ver el mundo como Dios lo ve; "una familia transnacional".

Las Prácticas Restaurativas en Jesús de Nazareth

  En los 4 evangelios, encontramos a Jesús restaurando personas y relaciones. Tanto sus acciones como sus enseñanzas nos muestran algunas cl...