En busca de una praxis que respondiera a las necesidades humanas de nuestra ciudad, asumimos en el año 1991 un nuevo desafío comunitario.
En el mes de octubre de ese año, inauguramos un gimnasio de aparatos en un salón ubicado en la zona céntrica de la ciudad de Neuquén. Los propósitos del gimnasio, estaban orientados a ofrecer a jóvenes y adultos de la comunidad, un espacio cálido, saludable e idóneo para mejorar su condición física, reduciendo su masa corporal, rehabilitando muscularmente a personas derivadas por los médicos y realizando un acondicionamiento físico general a deportistas y al grupo familiar en general.
Cientos de personas tomaban los servicios del gimnasio, agradecidas por esta novedosa manera de ayudarlas. Con la cuota mensual más baja del mercado, intentamos brindar un eficiente servicio, construir puentes de comunicación y espacios de compañerismo.
El gimnasio estaba abierto de 9 a 22 hs de lunes a viernes y de 9 a 12 hs los días sábados. La atención personalizada de instructores y profesionales en Educación Física, se orientaba a un servicio en el cual la calidad y calidez fueran las banderas del gimnasio.
La inquietud y el interés de las personas que asistían al gimnasio, hicieron necesario abrir las puertas los días domingos. Ya no para hacer gimnasia con aparatos, sino para estudiar en forma sistemática la Biblia. Corríamos las “máquinas”, las “pesas” y las “mancuernas”, para ubicar sillas en forma de círculo y reflexionar sobre las problemáticas contemporáneas a la luz de la fe.
El gimnasio de aparatos hoy sigue siendo el instrumento idóneo para ayudar a las personas de la comunidad del oeste de Neuquén, para conocer sus necesidades concretas e intentar colaborar con ellas en todo aquello que nos fuera posible. Bolsas de alimentos, ropa, zapatillas, colchones, clases de apoyo para chicos con dificultades de aprendizaje, colegio secundario para adultos, huerta para enseñar a trabajar la tierra, son algunas de las tareas que hasta el presente se realizan en lo que hoy es el Complejo Social y Deportivo de la Fundación.
El taller de señoras
El área social de la institución, nació como complemento de la tarea desarrollada en el aspecto deportivo. La casita, en donde vivía el cuidador del Complejo Deportivo, comenzó siendo el espacio físico para atender las diferentes necesidades de las señoras y familias del barrio.Como consecuencia de estar ubicados en una zona con múltiples carencias, fuimos observando la gran demanda de un trabajo social con continuidad en el tiempo.Nuestra inquietud ha sido no sólo establecer el contacto con los niños y adolescentes sino ampliar la red de relación con su núcleo familiar. Consecuentemente, hemos detectado la urgente necesidad que tiene el entorno familiar de ser apoyado con acciones concretas. Estas acciones, poco a poco se fueron transformando en nuevas actividades que en el día de hoy constituyen una de las bases estructurales mas importantes de la institución.
Corte, Confección y Ropero Comunitario
Dado que esta Fundación cuenta con máquinas de coser, y remalladora; (donadas por personas de la comunidad), se confeccionan prendas destinadas a cubrir las necesidad de las familias. Las propias madres, que en la mayoría de los casos son “Jefas de hogar”, participan cada semana en estos talleres de corte y confección, donde a su vez pueden aprender un oficio para su propio desarrollo personal y familiar, con una posible salida laboral. En el taller, se les provee de todos los materiales; (telas, tijeras, hilo, etc). Una vez terminadas las prendas son entregadas a los mas necesitados. También se arreglan y adecuan distintas ropas, que son donadas por familias de la comunidad, quienes conocen el trabajo que se desarrolla en la institución. Gracias a estas colaboraciones, también se ha podido implementar un ropero comunitario.
De huertas, vacas, conejos y gallinas
Las buenas relaciones con otras organizaciones de la comunidad, nos fueron llevando a compartir emprendimientos solidarios. Uno de esos emprendimientos se está desarrollando con el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y con CARITAS (organización católica de acción solidaria), el cual nos permitió dar inicio a una “huerta escuela”.
Cada institución ofreció lo que tenía a su alcance para dar inicio a éste emprendimiento. Así fue como nuestra Fundación ofreció 3 lotes ubicados en la zona oeste de la ciudad, CARITAS ofreció los primeros recursos económicos para el cercado de los terrenos y la compra de los insumos básicos y el INTA las semillas y la capacitación a las personas. La Municipalidad de Neuquén se sumó mas tarde al proyecto proveyendo algunos materiales para la construcción de una vivienda para el cuidador de la huerta.Allí se enseña, se siembra, cuidan y cosechan hortalizas y verduras que luego son compartidas con familias carenciadas del barrio.
Además se trabaja en estrecho vínculo con algunas familias que lograron la tenencia de terrenos en la Meseta neuquina (zona norte), donde con esfuerzo propio y de manera cooperativa, estas familias realizan el trabajo de concretar sus proyectos a través de huertas y la cría de conejos y gallinas.Gracias a la adquisición de una vaca y a la construcción de un pequeño tambo en esta meseta, se obtiene parte de la leche y huevos que se utilizan para la preparación de las meriendas y desayunos de niños y jóvenes del barrio en la zona oeste.
Una sencilla reunión fraternal
Los domingos desde las 10 de la mañana se realiza nuestro encuentro semanal. Compartimos lo que hicimos durante la semana, oramos por las diferentes necesidades personales y comunitarias, cantamos, desayunamos y tenemos estudios bíblicos por edades e intereses.
El momento de las “ofrendas” en la reunión es muy particular. Los asistentes no sólo contribuyen libremente con dinero, sino con alimentos, productos de huerta, ropa, calzado y todo aquello que pueda ser de utilidad a otras familias. Una mesa ubicada en el frente del salón de reuniones, es depositaria de estas contribuciones voluntarias en especies.
¿Y el sueldo del pastor?
Los principios de igualdad, fraternidad y solidaridad son los que dan fundamento a todas las actividades que realizamos en la comunidad.Ellos nos llevaron naturalmente a convenir que dentro de la comunidad local (iglesia), todos y en todo lugar tenemos las mismas responsabilidades a la hora de compartir el evangelio y la solidaridad. Es decir que ninguna función dentro de la iglesia es considerada más importante que la otra y por lo tanto, TODAS o NINGUNA función deben ser remuneradas, incluyendo la función del pastor o equipo pastoral.La función pastoral no es más que la función de los maestros en la escuela dominical, ni de las señoras que preparan la comida en la cocina, o los que limpian o construyen el templo. Son actividades diferentes pero no más importantes. Todas las actividades son necesarias y se complementan en la iglesia.“Ahora bien, el cuerpo no consta de un solo miembro sino de muchos. Si el pie dijera: como no soy mano no soy del cuerpo, no por eso dejaría de ser parte del cuerpo. Y si la oreja dijera: como no soy ojo, no soy del cuerpo, no por eso dejaría de ser parte del cuerpo. Si todo el cuerpo fuera ojo. ¿qué seria del oído?. Si todo el cuerpo fuera oído, ¿qué sería del olfato?. En realidad, Dios colocó a cada miembro del cuerpo como mejor le pareció. Si todos ellos fueran un solo miembro, ¿qué sería del cuerpo? Lo cierto es que hay muchos miembros, pero el cuerpo es uno solo”
Todos los miembros de la comunidad tienen derecho a saber y a participar en las decisiones que se toman y en las actividades que se realizan. Eso incluye conocer el destino de sus ofrendas y diezmos. Es por ello que realizamos informes escritos de tesorería, los que son entregados en forma personal a cada una de los miembros activos.Estas acciones nos permiten no sólo transparentar los movimientos financieros de las ofrendas y diezmos sino también, ofrecer una mayor motivación e integración a la hora de participar activamente en toda la obra y en todas las áreas y asuntos de la comunidad.
Algunas consideraciones finales
Nuestra propia experiencia, nos ha mostrado que no es tan sencillo modificar las estructuras eclesiales internas de cada congregación local, ni tampoco hacer comprender a pastores y líderes esta concepción de misión integral. Parafraseando a Bourdieu podemos afirmar que cada iglesia local es un “campo específico de representaciones e imaginarios propios”, desarrollados y fomentados entre otros factores por medio de los estudios, predicaciones e interpretaciones de la Biblia.
Creemos que la iglesia local debe ser la esperanza del mundo y que, como tal, debe ser la esperanza de su comunidad inmediata. Colaborar supliendo necesidades concretas del barrio y de la ciudad en donde reside, debería ser su ministerio fundamental, porque es por medio de esta tarea que logrará llevar el mensaje del amor de Jesús al mundo.
Las buenas relaciones y la tarea en conjunto con otras organizaciones de la comunidad vecinal son claves, no solo para lograr mayor efectividad a la hora de ayudar a los que menos tienen, sino también para optimizar y administrar mejor los recursos de todos.
No es posible pensar una comunidad cristiana local, sin una plena y natural identificación con las necesidades de su barrio. El gimnasio, las escuelas deportivas, el colegio secundario para adultos, el taller de señoras, la huerta demostrativa, las vacas, conejos y gallinas, forman parte de nuestra vida diaria, ¿por qué entonces no hacer que formen parte también de nuestra iglesia local?
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